miércoles, 14 de marzo de 2012

Nosotros buscamos una pizca de amor para salvar un alma...


“Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”
Aún me gusta hablar de la piedad celestial. Mi Padre y Yo buscamos un poquito de amor para salvar un alma. ¿Y vosotros ? Vosotros a veces juzgáis porque no veis en los corazones. A veces sois juzgados porque no os miran al alma… ¿Cómo podrían? Sólo Dios ve y conoce; por eso perdona, por eso acoge, por eso ama. Estaba sobre la Cruz…veía la humanidad. Conociendo y viviendo como hombre el dolor físico y espiritual, pude siempre ayudar y comprender al hombre en el dolor. Es el don misterioso que es dado a los que han elegido la más sublime oración. Los que habéis llorado, que habéis sufrido, sois los elegidos de mi corazón: “Bienaventurados, porque vuestra felicidad será grande.” Estaba sobre la Cruz y veía en los corazones humanos. ¡Cuánta piedad, cuánta misericordia!... Vosotros ayudadme a salvar hombres. Para pescarlos del mar del pecado, que a veces no saben que cometen, porque no conocen otro camino. Porque si el pecado es inconsciencia, es perdonado; en cambio, si es por voluntad, no se puede perdonar sin el arrepentimiento puro y sincero. “Mira a mis ojos” Son misericordiosos. También tú debes usar de misericordia para con el prójimo, de amor y caridad para con el prójimo. Esta es la fe vivida. En aquel tiempo y en todo tiempo hice milagros y haré milagros. Esto es, para el espíritu, un acto de misericordia, la salvación de muchos que luego vendrán, porque estas palabras mías son también, y sobre todo, para los tiempos futuros. Y cuado todo parezca perdido, todo resurgirá, también por medio de estas palabras. En Caná mi Madre me pidió un milagro… Ahora mi Madre me pide muchos milagros. No vino, sino fe, de la que aquel vino era un símbolo. “Ni tienen fe….” La misericordia divina actúa y vive todavía.

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