martes, 20 de marzo de 2012

LA MEJOR MEDICINA


¡Mis criaturas!
Curaremos a muchos de la lepra!" ¡Y muchos sanados para recaer luego en la lepra, no han sabido escucharme durante su tiempo!
Muchos han recibido enseñanzas de fe verdadera y luego, por ser del mundo, han olvidado todas las cosas importantes para seguir las vanidades del mundo.
Y otros me han conocido y me han amado con toda su alma y, a través de Mí, han amado al mundo, es decir, a los hermanos.
El amor por Mí, la verdadera fe, es una vacuna contra la lepra del alma.
"Yo te sanaré, si lo quieres..." ¡No fuerzo la voluntad humana!
¡Tú debes querer sanar para que Yo, tu Rabí, pueda sanarte!
¡Sanarte el alma, librarte de la lepra que es la indiferencia, el pecado, el odio, la envidia, la soberbia, el egoísmo!
Estoy dispuesto a curarte, pero tú debes quererlo. Soy el médico de las almas, sí, pero tu alma que mantengo en curación ¿observa lo que Yo te indico para curarte? ¿Usas las medicinas que te he dado?

Criaturas mías, permaneced sanos de alma curándoos con las medicinas que un amoroso médico os ha prescrito: la voluntad de ser mejores, la caridad hacia el prójimo, la fe vivida y sentida de verdad, la plegaria, en oraciones, y en obras...
¡Cuántas medicinas tenéis contra la lepra! ¡Usadlas, están a vuestra disposición!
"Rabboni, ¿por qué algunos de los que te conocieron no te escucharon? ¿Y otros a los que tú ayudaste no te quedaron agradecidos?"
"Cefas, no todos saben usar la medicina correcta para curar su alma. ¡Vosotros también enseñadles, en Mi nombre, a ser mejores, ofrecedles con el ejemplo las medicinas que usáis vosotros!"

Y ahora repito esto para vuestros tiempos, para vosotros que oís y leéis: ¡todavía existen muchos enfermos de lepra en el alma!

¡Sed pacientes, tolerantes, amorosos con ellos, nunca vayáis prevenidos (en ese caso juzgaríais y eso no os corresponde) ni desconfiados (¡otra vez juzgaríais!) sino con el corazón y los brazos abiertos, acoged a los enfermos y curadlos en Mi nombre!

Y... podréis curarlos si Me confiáis a Mí vuestra obra.
¡Cuántos milagros de almas curadas suceden!

Vosotros veis el milagro de un cuerpo curado, porque veis con ojos de carne y oís con orejas de carne. Los que ven y oyen mejor han comprendido que lo que importa es el alma.
Quien es del mundo ve la materia. Quien está en el mundo ve el alma.
¡Dad la importancia adecuada a las cosas materiales, a fin de que no os cieguen ni os vuelvan sordos del alma!

Y no digáis que Me amáis si no Me lo demostráis cumpliendo la voluntad de Nuestro Padre.

Yo, vuestro Rabí, os enseño el amor: una medicina prodigiosa que vosotros debéis usar en la curación de las almas, la vuestra y la de los demás.
¡Mi deseo es contar con vuestra voluntad!
No obstante, Yo os ayudo de muchas maneras, con muchos y diferentes medios, aun con los más evidentes.

¡Y frecuentemente no comprendéis, sois sordos, muchas veces no veis... o no escucháis, y no miráis!

¡Aceptad todo lo que os envío: todo medio para sanar vuestra alma, aceptadlo!
Todo medio: son todos igualmente válidos, no hay uno mejor que el otro, y así también estas nuevas palabras Mías que son un acto de ternura hacia vosotros; no las descuidéis, porque todo lo que proviene de Mi es verdad, y ésta también.
Una vez más en verdad os digo:
¡Miraos dentro del alma y procurad que esté sana!

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