viernes, 9 de marzo de 2012

Hay una fe que está hecha de honradez, caridad y amor al prójimo


Dije a los Apóstoles: “Venid conmigo, sólo Yo tengo Palabras de vida.”
Ellos no comprendieron enseguida mis palabras… Para todos la vida es la de la tierra, cuando todavía no están en grado de pensar que la “Vida”, de la que Yo hablo, significa vida eterna.
Os he repetido también a vosotros: “Venid conmigo.” Y vosotros me habéis seguido y comprendido. Tened, pues, confianza, y sabed que quien me sigue tiene una protección particular.
Pequeñas pruebas, cierto, para la vida eterna, pero grandes ayudas y satisfacciones.
Vosotros, que habéis llevado por mí el amor al mundo, no os podéis imaginar cuánto amor habéis creado con vuestras acciones. Hay una fe que está por encima de la fe común, que permiten superar muchas cosas de la pequeña fe; que permite vivir en unión con el Cielo y con sus felices habitantes; que hace que la plegaria sea unión, sentimiento y pensamiento continuo. Como una música cercana y lejana, una melodía que acompaña vuestros pensamientos y vuestros gestos. Hay una fe hecha de honradez, de caridad, de amor al prójimo…, la verdadera y profunda fe de los que no se envanecen de ella, sino que la viven interiormente. Dije muchas cosas a los Apóstoles. Y ahora, otras cosas, muchas cosas, os las digo a vosotros, en cuanto Palabras de Vida eterna. “Maestro, después de ti ¿quién podrá decir palabras como las que dices tú?” – “Simón, Yo estaré siempre con el mundo, siempre que haya uno sólo que me escuche. Sólo uno”
Muchos ahora no me escuchan, no me llaman, no piensan en su espíritu, sujetados, como están, por las cosas materiales, por las cosas vacías. Sin embargo tienen mentes aptas para el pensamiento. “Venid a mí.” Pero ellos van por otro camino. Donde les lleve cualquier mal viento. Por eso os bendigo.

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