martes, 9 de octubre de 2012

A vosotros os revelo cosas del Cielo que ninguno conoce en la tierra...

Criaturas que Me escucháis, que creéis en Mis palabras, que sabéis atesorar estas palabras Mías.
A vosotros os revelo cosas del Cielo que ninguno conoce en la tierra, sino aquellos como vosotros, esparcidos por todo el mundo, que sienten Mi voz y poseen Mis revelaciones.
Esto es un don de gracia, estas son promesas de verdad, esto es Mi estar en vosotros.
¡Sois pocos los que oís estas palabras, sois pocos los que las guardáis y son pocos los que creen en vosotros y comprenden que Yo estoy en vosotros!
¡Seguid adelante sin temor, no tengáis miedo del juicio de los demás, de los que no os creen ni creen que Yo esté en vosotros!

Escuchad siempre Mis palabras y haced partícipes de ellas a los que creen,, un don también para ellos, también para ellos una promesa de Gracia,
La Religión sabe y os puede dar mucho pero, este mucho, aun pudiendo bastar para el justo que amando al prójimo, vive según Nuestro deseo, es solamente una gota en el mar inmenso y misterioso de aquello que en la tierra se llama el más allá.

¡Los misterios no son para el hombre, al hombre le basta la "Sagrada Escritura" y basta menos aún: ¡su buena voluntad en el obrar bien!

Sin embargo Yo a vosotros, elegidos, os hablo de estos fascinantes misterios de vuestro futuro.
Y a las preguntas de los Sacerdotes sobre la salvación, agrego que vosotros debéis considerar todo esto como una indulgencia que queda impresa en su espíritu.
Entonces, ante la perplejidad que puede crear el pensamiento expresado por Nosotros acerca del Bautismo, Yo en verdad os repito que es así, porque es justo que sea así.
Y todo lo que Yo vengo a decir es verdad de cosas para el bien de los espíritus, y los "Sacramentos", y la "Misericordia", y también la "purificación" más allá de la tierra.
Muchos tienen la "purificación" en la tierra.
Para estos "muchos" existen las conocidas palabras:¡Felices los que lloran, serán consolados!
Cada hombre tiene su modo más adecuado de purificar el propio espíritu.
O ya en la tierra, o bien en el más allá.
Solamente los "escogidos", los puros de espíritu, los santificados en la tierra, los jóvenes y no todos, los bienaventurados afligidos, pueden alcanzar lo alto ya purificados.
¡Vale la pena para todo hombre la fatiga de la purificación para obtener luego el "premio grande", la gran libertad, la Visión Eterna!
En verdad os digo que todas estas son promesas Mías de Gracia.



1 comentario:

  1. Gracias Dios mio, por estar a mi lado en cada una de las pruebas que tengo en esta vida.

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