lunes, 19 de diciembre de 2011

¡No estáis nunca solos! El Cielo os observa y os asiste...

¡Mis criaturas!
¡Me manifiesto unido a vuestros seres más queridos, que desde e1 mundo maravilloso os sonríen!
¡Juntos os traemos el amor, la esperanza, la confianza en un futuro maravilloso!
¡Venimos desde la Eternidad, para vosotros! Yo, vuestro Rabí, ellos, vuestros seres más queridos y llorados que viven en Mi amor, unidos a vosotros, ellos os aman más.
El amor no muere, el amor es para siempre, así como ellos serán siempre vuestros... ¡y os sonríen felices, a salvo, en el mundo que Yo he prometido a los buenos, a los justos, a los puros!

¡Almas queridas, vosotros también estaréis Conmigo y con ellos! La vida terrena no es más que un arco tendido hacia el Reino del amor, el mundo maravilloso que el Ángel amigo llama: ¡Armonía!
Cuando estéis allá con ellos, Conmigo, con Mi Madre, vuestra Madre, entonces conoceréis a los amigos de vuestro espíritu, reiréis con el Padre Tsing, Mi pequeño santo alegre, querido amigo vuestro y de otros, hablaréis con Agustín, con Ignacio, Buenaventura, Francisco... Y con vuestros seres queridos hablaréis de los días pasados y viviréis el Eterno presente. ¡Alegraos, entonces, esperad!

Estad tranquilos, ahora sabéis que la verdad que os traigo es Verdad, puesto que Mi boca jamás mintió.
Y ahora, con estas palabras que vienen desde lo Eterno os traigo una migaja de eternidad.
¡Hemos venido por vosotros, por amor! El amor es vida, no existe la muerte.
Si vosotros siguiereis Mis huellas, vuestra felicidad será inmensa, incomprensible para vuestra mente de carne, ¡ perceptible un poco por vuestro espíritu!
Ellos, vuestros seres queridos, están a salvo Conmigo, con Mi Madre, la madre de todos.
Ellos viven y os envían su gozo; presentes, invisibles, pero sensibles a vuestras almas.
¡El amor es para siempre, como las almas de Mis criaturas!

Dad gracias Conmigo a Nuestro Padre, quien, desde los Cielos, os mira, os ama, os consuela Nuestro espíritu y vosotros aceptad el dolor, sabiendo que luego será gozo eterno.
Almas queridas, esta comunión maravillosa de los espíritus: la comunión de los Santos, os demuestra que Mi amor por vosotros es inmenso, infinito. 

¡Yo soy el amor, soy vuestra luz, vuestra esperanza! En verdad os digo: también vuestros amados os consuelan. Estad tranquilos y llenos de esperanza.

La esperanza perfuma de flores. Yo, Jesús, soy vuestra esperanza. En verdad os digo: las flores son vuestros seres queridos que os preparan el camino de los Cielos.
¡Las lágrimas vertidas son los peldaños de la escalera que conduce a la Vida! Yo, vuestro Rabí, os sonrío, ellos os sonríen: ¡no estáis nunca solos! ¡El Cielo os observa y os asiste!

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