sábado, 22 de octubre de 2011

El hombre ha sido creado para la eternidad


Para la eternidad... El hombre ha sido creado para la eternidad y su paso por la tierra es para prueba y también para el contraste, y esto también es un don: el principio... ¡la eternidad! Un mundo incomprensible para vosotros; sin embargo, quiero mandaros un respiro con estas palabras. Si aprendéis a respirar la eternidad, respiraréis durante el tiempo que viváis.
Era el amanecer y se estaba apagando la última estrella. La nostalgia, todos los sentimientos que experimenta el espíritu, yo, como hombre, también los he probado. He sufrido con vosotros y por vosotros
Los apóstoles aún adormilados dicen:
– “¿Dónde vamos, Rabboni?”.
– “¡A donde nos lleva el viento del amor! Y este viento nos llevará allí a dondequiera haya necesidad de amor”.
Así vosotros, abandonaos a mi viento. Vosotros, que sufrís la nostalgia más dolorosa,  pero tendréis mi viento que os llevará el respiro de la eternidad para respirar mejor durante el camino. El tiempo va, no se para, así es la vida terrena... Vuestra alma no sufrirá el tiempo, vuestra alma sufre el pecado, pero se glorifica en el amor. Pero, ¡cuánto se abusa de este amor! ¡Cuánto se habla vanamente de este sentimiento sin vivirlo ni sentirlo!
Palabras vanas... Prefiero la obra silenciosa, pero viva, prefiero la oración silenciosa.
Era el amanecer; los apóstoles estaban todavía adormilados...
– “Rabbí, ¿a dónde nos llevará aquel viento?”.
  “Adonde hay necesidad de palabras de verdad, de compasión, de caridad”.
¡Aquel viento! Para llevar a la eternidad, a la casa verdadera, la casa que no sufre; los jardines que no sufren el vaivén de las estaciones, sino que están siempre floridos y nunca la hierba se amarillea.
 Sin embargo, para los que aman el otoño, los árboles tendrán hojas amarillas y rojas y los paseos estarán cubiertos de hojas coloradas.
¡Aquel viento! Os llevará a encontraros con los que ya viven aquella verdad y que quizás en sueños vienen a besaros.
Era el amanecer... y después llegó la tarde:
– “También este día pasó, Andrés: Todo pasa, el viento todo se lo lleva, todo lo que es caduco. Tú sabes que el hombre está hecho para la eternidad y que su alma no es material. El viento se lleva las hojas y los días. El viento del tiempo, pero el tiempo no existe: parece, es ilusión, la realidad es la eternidad”.
Era el amanecer, después llegó la tarde.
Cuántos amaneceres, cuántas tardes..., todo lo que es caduco pasa... y ¿entonces? Pasan los dolores, la nostalgia, el ansia... queda el alma para la eternidad.

JESÚS TE ESPERA

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