viernes, 22 de abril de 2011

El sacramento de la Confesión

Mensaje de Jesús del Libro La Palabra Continúa...

¡Los sacramentos alimentan el alma! ¡No son actos o tradiciones!
La penitencia, o bien, la confesión es decirme a Mí lo que no consideráis justo en vuestro modo de pensar y obrar.
Decidme abiertamente lo que os hace sentir culpables, debéis abrir vuestra alma y... hablarme a través de uno de Mis ministros que, en esos momentos escucha por Mí lo que vosotros confesáis.
Muchos de vosotros dicen que pueden igual y directamente hablarme a Mí.
Ciertamente podéis hablarme a Mí, ¡soy el Rabí! Sin embargo, en ese hablar está el amor por Mí, la confidencia. Eso es oración y Yo la escucho pero no es un sacramento puesto que los sacramentos solamente Mis ministros pueden administrarlos: para esto sirven a la Iglesia.


¡Y, vosotros no digáis que no os gusta hablarle a un hombre como vosotros!

No es como vosotros el confesor cuando os escucha porque me remite a Mí vuestras culpas, ¡entonces no debéis juzgarlo, ni mirar quién es!
¡Es un ministro Mío, como cualquier otro ministro Mío, que me ha entregado su vida terrena, que se ha consagrado a Mí!

De su alma, Yo Me ocupo, Yo sé, vosotros miradlos siempre con afecto fraterno, con amor filial: el juicio me corresponde a Mí y a Nuestro Padre, a vosotros no debe importaros lo que ellos hacen a veces: miradlos como mediadores, porque Me sirven y os sirven, puesto que la Iglesia soy Yo, Jesús, y sois todos vosotros.

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