lunes, 28 de enero de 2013

Vendrán días de tristeza y de terror...


¡Y vendrán días tristes y días de terror!
Para los hombres incrédulos, así creerán.
El que cree no tiene miedo, ¡el que cree ya está fuera de todo lo que pasa! En verdad os digo que, para el hombre, lograr creer hasta el punto de vivir apartado de la tierra, ya es señal de santidad.
La santidad es muy distinta vista desde lo Alto, ya que un ser que puede parecer no bueno, no paciente, no penitente, puede ser mejor que cuanto aparenta otro que basa su Fe y su Religión en su miedo hacia Mí.

Yo amo a quien Me ama, no a quien Me teme.
Para llegar a amarme es necesario atravesar los caminos más difíciles, que son el sufrimiento y el dolor.
En el dolor y el sufrimiento el hombre se rebela contra Mí, pero Yo, estando siempre en su corazón, aguardo en un rinconcito oscuro de ese corazón el instante en que la rebelión se transforma, primero en aceptación y luego en amor por Mí.
Porque Yo voy al encuentro del que sufre, aun en rebeldía, y consigo siempre traer al que sufre entre Mis consoladores brazos; entonces, hablo al corazón doliente y le hago Mis promesas de una alegría futura.
Aquellas promesas Yo las mantengo.
Yo no digo palabras inútiles, no digo más que las cosas que mantendré, Yo no hablo sino después de haber mirado en el rincón más oscuro de los corazones.
Vosotros habéis llegado hasta Mí porque he mirado en vuestros corazones.
Nunca más estaréis solos.
Los hombres que viven Conmigo nunca tendrán necesidad de vosotros para vivir después en Mí

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