viernes, 8 de junio de 2012

Los ángeles son los lazos entre vosotros y Yo...


Son los tiempos de los designios celestiales. Yo me revelo a vosotros a través de palabras nuevas, aunque antiguas, para enseñaros el amor, para haceros partícipes de la Verdad.
Es una enseñanza continua y una fuerza para vuestra fe. Os doy la esperanza por lo que más deseáis en vuestro corazón. Vuestros seres queridos, que ya no están entre vosotros, os han dejado sólo físicamente, pero nunca con el alma. Un día podréis verlos, que es lo que más deseáis en vuestro corazón.
Son los que os he dado, y os he quitado temporalmente, los que os devolveré para siempre en el Padre. Mi Madre conoció la tristeza y la angustia, y Yo lloré por mi Padre José y por Lázaro. Conozco los sentimientos humanos, que viví cuando hombre y, porque os amo, sé que también vosotros los vivís. Por esto vengo a consolaros con palabras de Verdad y de vida eterna. Los ángeles están por todas partes, y de la tierra suben a mí para cantar la gloria.
Hubo vuelos de ángeles sobre la gruta de Belén; otros vuelos, también de ángeles, hacia lo alto de los cielos; son los ángeles que velan por vuestras almas, que llevan a lo alto vuestros pensamientos. Yo soy el lazo de unión entre vosotros y el Padre; los ángeles son lazos de unión entre vosotros y Yo. Es el signo de este tiempo. El cielo se funde con la tierra. Señales y pruebas, porque se preparan acontecimientos. Ahora tengo aún más necesidad de vuestra ayuda, porque vosotros sois Yo y obráis en mí. Tengo necesidad de testimonios válidos de la Verdad. El rayo de luz que baja de mí a vosotros os ilumina y, una vez iluminados, dad y obrad en mí. La luz inunda y da la vida. Vida eterna, como el espíritu que no termina, porque es inmortal. Yo, eterno en el Padre, en cuanto existe sin principio y sin fin. Tal era antes de la encarnación, y sólo para redimiros me he encarnado. Es la salvación para vosotros y para muchos. Vosotros ayudadme a salvar las almas. Los tiempos ahora están llenos de hipocresía, pero también de fe, porque no puede morir la Iglesia, como tampoco morirá la fe. Vuelos de ángeles, invisibles presencias reales. Tienen el rostro que vosotros les dais. Invisibles presencias. A vuestros seres queridos los podéis ver con el rostro de siempre, con la sonrisa de siempre; los podéis oír con el alma, mientras en la nostalgia intentáis oír su voz, lejana en el tiempo.

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