jueves, 30 de julio de 2015

Las obras del hombre deben ser para el Cielo...

¡Mis criaturas!
¡Vuestra riqueza es el alma, pura, purificada, santificada! De esa riqueza debéis ocuparos, no ya de la de la tierra, si bien es justo que todos lleguen a tener con su trabajo honesto, lo que rente a la vida terrena ese tanto a fin de que sea más sereno. Criaturas que estáis pasando por la tierra: quiero de todos algo que os sirva después para venir a Mí en mi Reino así del rico que posee mucho deseo que dé mucho y que no acumule para él sino lo preciso.
Del pobre quiero reconocimiento por aquello que recibe y confianza en Mí: el Padre de los Cielos viste a los lirios del campo... Deseo que todos vosotros viváis en la realidad, tomando a las cosas que pasan como lo que son: cosas que pasan; y dando importancia a lo que es para siempre, la única realidad que os lleva a la verdadera vida: vuestra alma.
Hay demasiada codicia en el mundo, y por dinero se traicionan entre hermanos, el odio es para aquellos que tienen mucho, y el amor queda olvidado frente al dinero: ese patrón malvado que primero atrae y después esclaviza
"Rabboni, vivía contando mi dinero... No pensaba en otra cosa, estaba como encerrado en un cuarto oscuro. Rabí, ahora veo Tu rostro, me siento libre, ahora conozco la belleza de esta noche estrellada... ¡y no me importa nada más que obrar para Ti, y soy feliz!"
"Leví, has comprendido una realidad que muchos que vendrán en el tiempo no sabrán comprender."
En aquel tiempo un día estaba en el jardín de Lázaro y, hablando de la riqueza con mi querido amigo, le dije: "Lázaro, tú sabes hacer buen uso de lo que posees, tanto con los que trabajan para ti como con los que reciben tu ayuda...
Lázaro era generoso y hospitalario, se ocupaba más del espíritu que de la materia. Si muchos ricos fueran como Lázaro habría menos pobres. La riqueza es muy codiciada en el mundo... Por la riqueza muchos se venden, otros traicionan, otros roban, y llegan hasta a matarse unos a otros por esta avidez de dinero.

Yo os dejé un mandamiento basado en el amor reciproco: "Amaos unos a otros". Y ahora para vosotros agrego: ¡amaos mirándoos el alma! Amaos por lo que sois, no por lo que tenéis. Que jamás haya envidia entre vosotros por las cosas que pasan, sino amor limpio, el más límpido de los sentimientos. ¡Amaos y amadme! Yo, vuestro Rabí, me preocupo por vosotros, y el Padre de los Cielos que viste de seda a los lirios, se ocupa de vosotros. ¿Y vosotros? Pensad en Nosotros, pensad en el Cielo que os aguarda. Y vivid cuidando vuestro único tesoro: el alma.

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