domingo, 22 de septiembre de 2013

San Agustín, Tarde te amé...

Tarde te amé,
¡hermosura tan antigua y tan nueva!
Tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí,
pero yo andaba fuera de mi mismo,
y allá afuera te andaba buscando,
me lanzaba deforme
 entre las bellezas que tú creaste.
Tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo.
Me retenían lejos de ti cosas
que no existirían si no existieran en ti.
Pero tú me llamaste,
y más tarde me gritaste,
hasta romper finalmente mi sordera.
Con tu fulgor espléndido,
pusiste en fuga mi ceguera.
Tu fragancia penetró en mi respiración
y ahora suspiro por ti.
Guste tu sabor y por eso ahora
tengo más hambre y más sed de ese gusto.
Me tocaste, y con tu tacto
me encendiste en tu paz...


San Agustín (354-430)
Confesiones, Libro 10, cap. 27

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