miércoles, 22 de mayo de 2013

La caridad: los ladrillos de la futura casa...


Tenía hambre, me la habéis quitado... tenía sed y me habéis dado de beber...
Lo que dais a los hermanos, dádmelo a mí. El amor en vosotros por mí no puede ser abstracto y os pido este amor para los demás.
Lo que les dais a ellos, dádmelo a mí y lo que ellos os dan, me lo dan a mí.
La caridad es sacrificio, pero también alegría espiritual. Si vuestro corazón es puro, dádmelo en pureza, con ímpetu, en generosidad.
Caridad en el espíritu y para la materia; palabras, paciencia, pan y siempre amor.
El amor entre vosotros, que yo lo tomo para llevarlo conmigo al infinito y así prepararos vuestro nuevo y eterno mundo. La caridad: los ladrillos de la futura casa.
Dije que cuando dos o más criaturas hablan de mí, yo estoy en medio de ellos. Quise decir que, hablando de mí, se hace oración y yo estoy allí donde se me invoca y no solamente si hay dos o más criaturas, sino también cuando estáis solos y pensáis en mí. Rezad y yo estaré presente en vosotros y con vosotros.
Una sola cosa con quienes me llaman. No siempre atiendo vuestros deseos; yo sé y conozco el tiempo y lo de más allá del tiempo. Y todo lo que os pesa, os angustia, os oprime es siempre un bien para más allá del tiempo; por eso, muchos de vuestros deseos no son atendidos por mí, pero, en el cielo, junto ladrillos para construiros la casa. La oración no es palabras al viento, ni sentimiento y ahora será escuchada. Numerosos ladrillos en el cielo y quizás pocos ladrillos en la tierra, días serenos para ayudaros a llevar vuestros pesos.
¿Y los deseos que no quiero atender? Rayos de sol, luces que alumbran la oscuridad de la nostalgia.
Lo que hacéis a los pequeños, lo que les dais, dádmelo a mí. Yo cojo vuestros ladrillos para la casa que no se caerá jamás, donde viviréis la verdadera vida en el amor y en la dulcísima unión con quienes amáis, con quienes soñáis ahora, con quienes os espera.

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