“Hoy estarás conmigo en el Paraíso.”
Aún me gusta hablar de la piedad celestial. Mi Padre
y Yo buscamos un poquit o de amor
para salvar un alma. ¿Y vosotros ? Vosotros a veces juzgáis porque no veis en
los corazones. A veces sois juzgados porque no os miran al alma… ¿Cómo podrían?
Sólo Dios ve y conoce; por eso perdona, por eso acoge, por eso ama. Estaba
sobre la Cruz…veía la humanidad. Conociendo y viviendo como hombre el dolor
físico y espirit ual, pude siempre
ayudar y comprender al hombre en el dolor. Es el don misterioso que es dado a
los que han elegido la más sublime oración. Los que habéis llorado, que habéis
sufrido, sois los elegidos de mi corazón: “Bienaventurados, porque vuestra
felicidad será grande.” Estaba sobre la Cruz y veía en los corazones humanos.
¡Cuánta piedad, cuánta misericordia!... Vosotros ayudadme a salvar hombres.
Para pescarlos del mar del pecado, que a veces no saben que cometen, porque no
conocen otro camino. Porque si el pecado es inconsciencia, es perdonado; en
cambio, si es por voluntad, no se puede perdonar sin el arrepentimiento puro y
sincero. “Mira a mis ojos” Son misericordiosos. También tú debes usar de
misericordia para con el prójimo, de amor y caridad para con el prójimo. Esta
es la fe vivida. En aquel tiempo y en todo tiempo hice milagros y haré
milagros. Esto es, para el espírit u,
un acto de misericordia, la salvación de muchos que luego vendrán, porque estas
palabras mías son también, y sobre todo, para los tiempos futuros. Y cuado todo
parezca perdido, todo resurgirá, también por medio de estas palabras. En Caná
mi Mad re me pidió un milagro… Ahora
mi Mad re me pide muchos milagros. No
vino, sino fe, de la que aquel vino era un símbolo. “Ni tienen fe….” La
misericordia divina actúa y vive todavía.
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