Fui transfigurado por la luz celestial. También
vosotros lo seréis, cuando seáis almas libres y felices. El cuerpo de luz no
tiene ya defectos, ni vejez ni males. Vosotros, después del cuerpo material,
tendréis un cuerpo de luz, hasta asumir el de gloria. Así aparecí Yo
transfigurado por aquella luz, porque aún no había muerto, ni había resucit ado, y tenía que demostrar al mundo que todo está
hecho a imagen de la Trinidad, también en el hombre, que de esta manera tiene
tres cuerpos: de materia, de luz y de gloria.
Como yo fui y soy glorioso, así seréis todos
vosotros, el día en que para vosotros ya no haya nunca fin. Muchas cosas
todavía no han sido comprendidas. Muchas palabras… Y las que se han pronunciado
aún no se han interpretado de modo justo. Sin embargo, es importante que se
comprenda el amor, que se viva la caridad, al mismo tiempo, por la gracia y el
privilegio recibidos. Y puesto que ha llegado el tiempo de nuevas revelaciones,
he aquí estas palabras de la Palabra, que pueden ser reveladoras: el hombre
tiene dentro de sí a la Trinidad.
El hombre es también el espejo del Creador, que para
el hombre es el creado.
Yo fui hombre y llevé sobre mí el peso de cada uno de
vuestros pecados. Para poder perdonar y salvar, para decir al Padre: “Ayúdalos,
sálvalos, ellos son Yo, Yo soy Tú, y todos somos Nosotros.” La humanidad está
en mis manos y en mi voz. La humanidad, que ha comprendido el amor. El hombre
tiene instinto, tiene voluntad, tiene carácter. La mente actúa guiada por el
alma. En el hombre el amor es imperfecto. Vuestras imperfecciones son tales
porque así se ha establecido que sea. Os amo como sois, pero intentad siempre
ser mejores. El amor divino se os hace aún incomprensible a causa del dolor que
vivís, que veis, que conocéis. En cambio, el amor divino es amor perfecto y,
para haceros a vosotros perfectos, ahí están las pruebas y los dolores. El amor
divino ama en vosotros sobre todo lo que es inmortal, el alma. Cada cosa está
dispuesta para salvarla, hasta las penas más leves.
Criaturas, almas, deseos: habéis sido creados para el
Paraíso. Este es el amor perfecto, divino. Aunque viváis tiempos amargos,
aunque estéis decepcionados, aunque seáis probados, sabed que os espera la
felicidad perfecta. Seréis de luz, seréis de gloria, y seréis también para
siempre lo que sois: humanidad, criaturas, pero purificadas y perfeccionadas.
Estaréis con nosotros y seremos nosotros. En Verdad os digo que lo que ahora os
he revelado os puede hacer comprender mucho, y sobre todo haceros esperar
mucho.
Tuve la cabeza coronada de espinas; vosotros tenéis
vuestras espinas. Yo resucit é,
vosotros resucit aréis. Vosotros, a
quienes se ha explicado y revelado mucho, aprended a mirar más allá de los
confines del mundo.
Mirad. Allá están ellos, vuestros seres más queridos,
para sonreíros. Ellos no quieren ser olvidados, sino que desean vivir con
vosotros, en medio de vuestros días, mientras os preparan el futuro. Un futuro
que nunca será pasado. El tiempo se acabará. Todo límit e
será franqueado, y nuevos horizontes maravillosos se os abrirán delante.
Vosotros. La Trinidad en vosotros. El hombre espejo
del Creador.
“Maestro, antes de que Dios creara el mundo ¿qué
había?” – “Dios es increado, pero siempre ha creado. No hay un antes ni un
después en el mundo del espírit u, y
no hay siempre ni nunca. Existe el amor, y el amor no comienza ni termina, es
vida eterna.” – “No comprendo, Maestro.” – “Ningún humano comprende el infinit o, Juan; pero todos comprenderán y vivirán el
infinit o.”
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