¡Mis
criaturas!
"¡Curaremos
a muchos de la lepra!" ¡Y muchos sanados para recaer luego en la lepra, no
han sabido escucharme durante su tiempo!
Muchos han
recibido enseñanzas de fe verdadera y luego, por ser del mundo, han olvidado
todas las cosas importantes para seguir las vanidades del mundo.
Y otros me
han conocido y me han amado con toda su alma y, a través de Mí, han amado al
mundo, es decir, a los hermanos.
El amor por
Mí, la verdadera fe, es una vacuna contra la lepra del alma.
"Yo
te sanaré, si lo quieres..." ¡No fuerzo la voluntad humana!
¡Tú
debes querer sanar para que Yo, tu Rabí, pueda sanarte!
¡Sanarte
el alma, librarte de la lepra que es la indiferencia, el pecado, el odio, la
envidia, la soberbia, el egoísmo!
Estoy
dispuesto a curarte, pero tú debes quererlo. Soy el médico de las almas, sí,
pero tu alma que mantengo en curación ¿observa lo que Yo te indico para
curarte? ¿Usas las medicinas que te he dado?
Criaturas
mías, permaneced sanos de alma curándoos con las medicinas que un amoroso
médico os ha prescrito: la voluntad de ser mejores, la caridad hacia el prójimo,
la fe vivida y sentida de verdad, la plegaria, en oraciones, y en obras...
¡Cuántas
medicinas tenéis contra la lepra! ¡Usadlas, están a vuestra disposición!
"Rabboni,
¿por qué algunos de los que te conocieron no te escucharon? ¿Y otros a los que
tú ayudaste no te quedaron agradecidos?"
"Cefas,
no todos saben usar la medicina correcta para curar su alma. ¡Vosotros también
enseñadles, en Mi nombre, a ser mejores, ofrecedles con el ejemplo las
medicinas que usáis vosotros!"
Y ahora
repito esto para vuestros tiempos, para vosotros que oís y leéis: ¡todavía
existen muchos enfermos de lepra en el alma!
¡Sed
pacientes, tolerantes, amorosos con ellos, nunca vayáis prevenidos (en ese caso
juzgaríais y eso no os corresponde) ni desconfiados (¡otra vez juzgaríais!)
sino con el corazón y los brazos abiertos, acoged a los enfermos y curadlos en
Mi nombre!
Y...
podréis curarlos si Me confiáis a Mí vuestra obra.
¡Cuántos
milagros de almas curadas suceden!
Vosotros
veis el milagro de un cuerpo curado, porque veis con ojos de carne y oís con
orejas de carne. Los que ven y oyen mejor han comprendido que lo que importa es
el alma.
Quien es
del mundo ve la materia. Quien está en el mundo ve el alma.
¡Dad la
importancia adecuada a las cosas materiales, a fin de que no os cieguen ni os
vuelvan sordos del alma!
Y no digáis
que Me amáis si no Me lo demostráis cumpliendo la voluntad de Nuestro Padre.
Yo, vuestro
Rabí, os enseño el amor: una medicina prodigiosa que vosotros debéis usar en la
curación de las almas, la vuestra y la de los demás.
¡Mi deseo
es contar con vuestra voluntad!
No
obstante, Yo os ayudo de muchas maneras, con muchos y diferentes medios, aun
con los más evidentes.
¡Y
frecuentemente no comprendéis, sois sordos, muchas veces no veis... o no
escucháis, y no miráis!
¡Aceptad
todo lo que os envío: todo medio para sanar vuestra alma, aceptadlo!
Todo medio:
son todos igualmente válidos, no hay uno mejor que el otro, y así también estas
nuevas palabras Mías que son un acto de ternura hacia vosotros; no las
descuidéis, porque todo lo que proviene de Mi es verdad, y ésta también.
Una vez más
en verdad os digo:
¡Miraos
dentro del alma y procurad que esté sana!
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