¡Mis criaturas!
¡Como a los primeros, a vosotros os
enseño las grandes y las pequeñas cosas!
Como a los primeros, os enseño a
pasar por la tierra para llegar hasta Mí, entre los brazos de quien os ha
precedido, en la luz maravillosa, en la felicidad jamás conocida en la
tierra...
¡Y las pequeñas y las grandes
pruebas de cada día os conducen a elevar el espíritu, a mejorarlo!
¡Cada día!
Cada día dedicadlo a Mí, usad para Mí vuestras horas. Seréis recompensados,
nada de lo que Me deis se perderá. ¡Todo será exaltado!
Un día de aquel tiempo, Bartolomé
Me preguntó:
"Rabí, me ha ofendido un
hombre que yo había beneficiado y me ha dicho palabras malvadas, acusándome por
cosas que no cometí: Yo lo he tratado como amigo, pero él ha visto en mis
acciones algo injusto contra él, ¡y eso no es cierto!"
"¡Bartolomé, tú podrás
aclararle tus razones, pero con buenos modos! No importa que él después se crea
más astuto que tú porque no te has vengado. ¡Importa lo que sucede en tu
alma!"
"¿Y qué ocurre en mi
alma?"
"Se reviste de luz: Me has
ofrecido a Mí una ofensa: ¡Yo me siento feliz! ¡Y estoy contento de que la
hayas soportado sin vengarte!"
¡Y lo mismo digo para vosotros!
Quisiera veros a todos completamente
límpidos, no Me gusta la mezquindad, y menos aun en quienes deberían ser ejemplares...
Mi padecimiento en la Cruz fue
mayor por aquellos que creían en mi, (pero creían mal en mi), que por los que
no creían en mi por no haberme podido conocer.
Mis criaturas, aún ahora, ¡la
sangre que mana de las imágenes es causada mayormente por los que creen mal en
Mí!
Los que no Me conocen, no por su
culpa, ¡cuando Me conozcan serán mejores que los otros!
¡Os pido plegarias por los consagrados que no se
comportan como tales!
¡Ellos no deberían dar sino buenos
ejemplos, conocer la caridad y vivir el perdón! ¡Os engañan!
¡Lo sé, mis criaturas! ¡Cuántos de
vosotros se alejan de Mí por culpa de ellos!
¡Entonces Yo os llamo a vosotros a
sustituirlos para traerme almas! ¡El maligno es fuerte, la humanidad es débil!
Para eso estoy Yo con mi Espíritu,
y existe el amantísimo Padre; mi Madre os protege, y también mis Santos.
¡Os cuidan vuestros Ángeles! Esto
debe ser alegría y fuerza para vosotros.
Olvidad las ofensas que os vienen
de los demás, más bien sentid pena por ellos y ¡tratad de no ser nunca como los que no son ejemplares, y deberían serlo!
Ellos también
son hombres... Yo querría verlos santos, por vosotros, ¡recibiríais de ellos
más fuerza, más fe! ¡Rogad por ellos! ¡Hacedlo
por Mí!
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