Mis Apóstoles no son
solamente los doce aquellos; ellos fueron los primeros, luego, en el transcurso
de los tiempos de la tierra, hubo otros apóstoles.
Santos hombres y mujeres que
llevaron al mundo su bondad, con palabras, con obras y también con cosas
materiales, y siempre con su sacrificio.
Apóstoles, las criaturas más
cercanas a Mí, Mis consagrados, los mejores, los que Me conocen y creen en Mí,
los padres que, como vosotros, han entregado su criatura al Cielo, porque luego
de la santificación dolorosa del llanto pueden comprender mejor el llanto de
otros, los que sufren en el cuerpo, los que sufren en el espíritu, Mis
Apóstoles, los que aceptaron su dolor para darles un bien a los demás.
Quien no pasa por el dolor
no puede comprenderlo.
A Mí no me gusta el egoísta
ni el estéril. Prefiero al que se equivoca creyendo estar en el bien, antes que
al que vive a cubierto, atrincherado en el mal que no hace por temor y por no
arriesgar.
Toda criatura que hace un
gesto de amor es un Apóstol Mío.
Recorred vuestro camino, Mis
criaturas, mirándome delante de vosotros, siempre un poco más en alto que
vosotros, y seguidme; nunca erraréis.
No juzguéis, nunca temáis
dar a quien, según vosotros, no lo merece.
A Mí me corresponde el
juicio, vosotros dad. Toda criatura merece un bien de los demás y, al actuar
este bien, le abre camino hacia otras criaturas.
No basta con hablar, hay que
actuar; no es suficiente rogar, es necesario obrar.
No os preguntéis cómo y
cuándo. Eso lo sugeriré Yo, siempre, cada vez que quiera de vosotros una obra
de bien hacia los demás.
No grandes cosas, también
las cosas pequeñas pueden dar Luz.
Y pronto llegará el momento
en que se deberán conocer Mis palabras de Luz.
Por el momento, sigue
escribiendo, escuchando, sabiendo escuchar Mi voz y las otras voces. Después
actuarás y tendrás más palabras y palabras, para tu bien y el de los demás.
Yo, que vivo en toda
criatura Mía en silencio, escojo algunas de ellas para expresar Mis ideas y Mi
palabra eterna.
A estas criaturas
predilectas les doy siempre la aptitud para sentirme, muchas veces no las
creerán, pero nada deberán temer porque Yo, con la Palabra , envío la prueba.
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