domingo, 15 de abril de 2012

La fe, para conseguir ayuda, debe ser pura y total...


Quien no toma su cruz no puede venir conmigo. Yo vengo al mundo a traer la Verdad, una Verdad que siente en sí mismo sólo el que lleva una cruz. Quien lleva su cruz va hacia las altas cumbres de la felicidad, y allá podrá dejar la cruz para siempre, porque allí está el Reino feliz.
“Maestro, ¿por qué el sufrimiento sublima el espíritu?” – “Juan, Porque ayuda a comprender la Verdad; ayuda a buscar la Verdad, de forma que, después de oscuridad, el que sufre encuentra la luz…”
Yo estoy siempre dispuesto a aliviar el dolor del que me pide ayuda, del que llora, del que está solo, del que está triste… Venid a mí los que estáis cansados, los desilusionados, los que lloráis. Abandonad en mí vuestras desilusiones y Yo os daré nuevas ilusiones… Si estáis cansados, reposad sobre mi corazón y desaparecerá de vosotros todo cansancio. Si sufrís de nostalgia, dádmela a mí, y Yo os mostraré en el alma aquel rostro, y haré que escuchéis con el más vivo recuerdo aquellas queridas voces…
Debéis creer firmemente que Yo lo puedo todo. De parte vuestra pido la fe pura, el abandono total. Sólo así podré escuchar todos vuestros deseos, y consolar todo vuestro dolor. Así llevaréis con menos cansancio la cruz, hasta que su peso os sirva de alegría. Pero para eso hace falta mucha fe…
“Maestro, ¿Qué debo hacer para ir a ti? – “Deja todo….”
Dejadme también vuestro dolor, porque, como he tomado sobre mí vuestros pecados, también puedo tomar vuestras penas…
En aquel tiempo, cuando caminaba a lo largo de los senderos de Galilea, de Samaria, hacia las montañas, o a la orilla de las aguas claras, veía el dolor sobre los rostros de muchos, que ya entonces me pedían ayuda: “Si es verdad que eres el Hijo de Dios, ayúdame” – “No puedo ayudarte si dices “si”… La fe, para obtener ayuda, debe ser pura y total… Es la fe la que salva, la que ayuda, la que vence. Vence también la muerte, porque quien cree verdaderamente en mí sabe que no existe la muerte, sabe que está la vida más allá de la vida, para siempre. Las lágrimas se hacen más dulces y la nostalgia se vuelve esperanza. La fe pura. “Maestro, ahora sé que tú existes, que me escuchas, que me ves, y que sabes todo de mí. A ti confío todo y a todos.”
Me basta este pensamiento, con tal que salga de un alma llena de fe verdadera, para escuchar todos vuestros justos deseos y consolar vuestra pena, por grande que sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario