Quien no toma su cruz no puede venir conmigo. Yo
vengo al mundo a traer la Verdad, una Verdad que siente en sí mismo sólo el que
lleva una cruz. Quien lleva su cruz va hacia las altas cumbres de la felicidad,
y allá podrá dejar la cruz para siempre, porque allí está el Reino feliz.
“Maestro, ¿por qué el sufrimiento sublima el espírit u?” – “Juan, Porque ayuda a comprender la Verdad;
ayuda a buscar la Verdad, de forma que, después de oscuridad, el que sufre
encuentra la luz…”
Yo estoy siempre dispuesto a aliviar el dolor del que
me pide ayuda, del que llora, del que está solo, del que está triste… Venid a
mí los que estáis cansados, los desilusionados, los que lloráis. Abandonad en
mí vuestras desilusiones y Yo os daré nuevas ilusiones… Si estáis cansados,
reposad sobre mi corazón y desaparecerá de vosotros todo cansancio. Si sufrís
de nostalgia, dádmela a mí, y Yo os mostraré en el alma aquel rostro, y haré
que escuchéis con el más vivo recuerdo aquellas queridas voces…
Debéis creer firmemente que Yo lo puedo todo. De
parte vuestra pido la fe pura, el abandono total. Sólo así podré escuchar todos
vuestros deseos, y consolar todo vuestro dolor. Así llevaréis con menos
cansancio la cruz, hasta que su peso os sirva de alegría. Pero para eso hace
falta mucha fe…
“Maestro, ¿Qué debo hacer para ir a ti? – “Deja
todo….”
Dejadme también vuestro dolor, porque, como he tomado
sobre mí vuestros pecados, también puedo tomar vuestras penas…
En aquel tiempo, cuando caminaba a lo largo de los
senderos de Galilea, de Samaria, hacia las montañas, o a la orilla de las aguas
claras, veía el dolor sobre los rostros de muchos, que ya entonces me pedían
ayuda: “Si es verdad que eres el Hijo de Dios, ayúdame” – “No puedo ayudarte si
dices “si”… La fe, para obtener ayuda, debe ser pura y total… Es la fe la que
salva, la que ayuda, la que vence. Vence también la muerte, porque quien cree
verdaderamente en mí sabe que no existe la muerte, sabe que está la vida más
allá de la vida, para siempre. Las lágrimas se hacen más dulces y la nostalgia
se vuelve esperanza. La fe pura. “Maestro, ahora sé que tú existes, que me
escuchas, que me ves, y que sabes todo de mí. A ti confío todo y a todos.”
Me basta
este pensamiento, con tal que salga de un alma llena de fe verdadera, para
escuchar todos vuestros justos deseos y consolar vuestra pena, por grande que
sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario