Bajo la cruz estabais conmigo, con
vuestras lágrimas interiores, con vuestra nostalgia, con vuestra soledad y
vuestros temores... y vosotros con las llagas de vuestro cuerpo y los
tormentos, cansados por vuestras enfermedades... ¡El dolor! El maestro
riguroso.
El camino hacia el paraíso.
La humanidad no puede comprenderme.
En aquel tiempo, en todo tiempo uno es el
camino que conduce a la vida.
El dolor aceptado y activado es la forma
de oración más sublime... Una gran muchedumbre de mujeres me seguía, el dolor,
el peso la espera de todo lo que iba a sufrir...
Y conmigo otros dolientes... Todos
conmigo por la vía del Calvario y todos conmigo en la resurrección..
¡Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
sino por vosotras!
Llegará el tiempo en que envidiaréis a los que ya se encuentran más allá del
tiempo...
Quizás está cerca el tiempo; pero, si os
encuentran en gracia, viviréis también la prueba con fuerza, con confianza,
aunque envidiaréis a los que ya se encuentran más allá del tiempo ¡Llorad
sobre vosotras, sobre vuestros hijos! Dije al Padre: ¡Perdónalos! ¡No
saben lo que hacen!
Todavía repito al Padre estas palabras: ¡Perdónalos!...
Se dividieron mis vestiduras, se han burlado de mí...Y aunque os hagan lo mismo
que a mí, no temáis, ¡salvad vuestra alma!
Os podrán criticar, juzgar, humillar:
¿qué importa?
Vosotros sabéis, y yo lo sé, quiénes sois
y cómo sois. ¡Hoy estarás conmigo en el paraíso! La esperanza, hoy,
mañana, dentro de meses, tres años...
Llegará el tiempo, también para vosotros
Al final de vuestro paso y más allá del
tiempo, estaréis conmigo y con los que amáis y lloráis. Entonces comprenderéis
mi pasión y vuestra pasión.
Y daréis gracias por todo lo que gozaréis
y me daréis gracias por cuanto os he amado y por tanto como os ha dado mi
pasión. La mía y la vuestra.
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