¡Libertad de elección! Y... también en el
matrimonio ha sido recíproca, y vuestra elección, si ha sido hecha por y con
amor verdadero, con la intención de que vuestra unión durase toda la vida...
terrena e infinita.
Siendo así ¿cómo podría yo, Dios de Dios
y en el Padre, separar a dos criaturas que han vivido el amor recíproco y
bendecido? Los que se casan muchas veces es porque nunca han vivido el amor
verdadero y es sólo de ellos la elección. En el cielo vive el espíritu y
después vivirá el cuerpo glorioso, y cuando dos criaturas se han amado en la
tierra, se pueden amar para siempre... La elección es vuestra y sois libres más
allá del tiempo de vivir con los que más os han amado y vosotros habéis amado
más. He aquí la reunión de una familia que ha vivido unida la pequeña armonía
de la tierra y que en el cielo vivirá la gran armonía del amor recíproco.
No temáis... ellos os esperan... os aman,
os sonríen... Vuestra soledad es aparente, y en el espíritu vivís el amor que
habéis elegido vivir durante la vida, toda la vida
No es un verdadero matrimonio el que se
celebra en la incertidumbre, así como es un mero contrato el matrimonio sin
bendición. Para los que en el tiempo que se les ha concedido para vivir el amor recíproco, tienen verdaderamente
unidos sus espíritus, no ha habido nunca separación, porque el amor los ha
unido con su hilo invisible y en el Padre. Yo los he bendecido.
“La mujer que se casó con siete hombres,
¿con quien estará en el cielo?” Esa mujer no ha amado verdaderamente a ninguno
de los siete maridos; no habría tenido siete si hubiera amado de verdad a
uno... La unión para siempre depende de
vosotros, de vuestro amor [1].
Por eso, en el umbral de la eternidad os
vendrá al encuentro quien os ha amado por siempre y para siempre viviréis el
amor de vuestra juventud, la palpitación en cada encuentro, la fusión de
vuestras almas, la recíproca comprensión... ¡Y seréis un alma sola!
[1] El
amor recíproco, el matrimonio, el divorcio constituyen argumentos importantes
en el famoso Sermón de la Montaña, citado en el evangelio de Mateo
(5-7).
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