miércoles, 25 de julio de 2012

El dolor es un don...


¡Es necesario entrar por la puerta estrecha! Más allá de esta puerta está la verdadera felicidad.
Es necesario el dolor para sublimar el espíritu, físico y moral; son necesarias ansias, fatigas, tormentos... Los peldaños para subir con el espíritu a lo alto, hasta mí, hasta mis brazos, que están tendidos hacia vosotros. Es necesario seguirme, es necesario ofrecer, es necesario aceptar.
¡Ésta es la verdadera oración! Y ahora, ¿por qué teméis los males? ¿Por qué teméis el sufrimiento? Son las pruebas las que os subliman el espíritu y pasan, porque sólo existen en el tiempo terreno y el tiempo es el río que va, no se detiene, lleva a la luz.
Así pasan las alegrías y así pasan los dolores del mundo.
Si tú sabes estar en el mundo y no ser del mundo, puedes aceptar y ofrecer lo que para ti es una prueba. Si crees en mí, en mis palabras, ellas son para ti, nuevas y antiguas, para curar tu espíritu, así serás más fuerte. No te preguntes nada: escúchame.
Mi voz es fuerte, es armoniosa, penetra los corazones, levanta las almas y, al mismo tiempo, es interior. Por eso, escúchame en ti. Te he llamado para que sirvas a la Iglesia y no siempre es fácil; con frecuencia puede ser sacrificio y renuncia.
Y no siempre es fácil cada vida; cada uno tiene sus penas, sus tormentos, dolores, ansias, nostalgia, llanto escondido.
Dichosos los que saben esconder el llanto y dichosos los que me ayudarán a llevar el peso de la cruz: ¡llevarán conmigo la felicidad de la gloria!
¡Dichosos los que, cuando sufren, ayudan a los que sufren!
Escaleras para subir, medios para abrir la puerta. Allí está la vida que no acaba; allí se acaba el dolor. Y ¿para qué vale, entonces, el dolor del mundo?
Para sublimar el espíritu. ¡He ahí por qué es un don! El más grande, el más incomprendido.

1 comentario:

  1. AMEN!!!!!! Nada mas cierto, como creyentes debemos aceptar nuestra cruz y llevarla con orgullo hacia nuestro PADRE.

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