No podéis servir a dos señores. O estáis conmigo y
servís a la caridad, servís conmigo a la fe y aceptáis el dolor; o estáis
alejados de mí y os servís a vosotros mismos, vuestro egoísmo, amando y
viviendo para las cosas materiales. Si estáis conmigo y aceptáis el dolor; y
estáis seguros de que vuestras penas alivian un poco mi pena, estaréis serenos,
y sabréis que seréis felices. Si servís a las cosas del mundo y a vosotros
mismos, nunca estaréis en paz, porque tendréis muchos temores. Si tenéis mucha
felicidad terrena, deberíais temer por la felicidad celestial. Cuando sufrís,
sabéis que acumuláis tesoros, que encontraréis en el Reino. Mirad mi sendero.
Es el más pendiente, pero sabed que, una vez en la cima, encontraréis la puerta
estrecha, y entraréis. Estad desprendidos de las cosas que tenéis sólo para
uso, y que tendréis que dejar. Estad unidos a mí, y vivid según mi espírit u. No podéis acumular dinero sólo para vosotros,
sino que, si tenéis mucho dinero, sabed que es también para el que no lo tiene.
Caridad es amor. El rico, que esté dispuesto a dar;
el pobre, que esté lleno de gratit ud,
y acepte la pobreza que lo eleva; el sano, que ayude al que sufre en el cuerpo;
el que sufre, que ofrezca su sufrimiento por el bien de los demás, sublime
plegaria que salva las almas… Todo lo que nos es dado, es gracia: dolor, paz,
pruebas… Todo el bien que hacéis, retorna a vosotros, porque todo lo material
se desvanece, pero las cosas del espírit u
dejan su señal perenne. No temáis nada, pues cada cosa es para un bien mayor.
Todo viene del Padre y de mí, unidos en el Espírit u.
Perseverad en vigilante espera de todo lo que os está
destinado. Para todos hay un mundo nuevo. Vivid cada día, hora tras hora, en
paz, porque me servís con serenidad, porque amáis en mí, conscientes de aquello
que vale y de lo que no vale; y gozad de las pequeñas cosas que usáis, pensando
en lo que serán las grandes cosas que poseeréis. Vosotros, que os apegáis a las
cosas materiales ¿dónde pensáis ir? ¿Dónde querríais esconderlas? ¿Por qué no
queréis deshaceros de ellas? ¿Por qué guardáis todo para vosotros? Vosotros no
vivís para aquel día; vivís con ansia, porque no os detenéis nunca. Paraos
ahora para escucharme. No os habla un hombre; os hablo Yo, Dios de Dios, con
voz humana, para transmit irlo al
alma. Un milagro también para vosotros, especialmente para vosotros, que no me
servís…
Me serviréis, me amaréis. He venido a indicar un
nuevo camino.
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