¡Mis criaturas!
Mi Iglesia estará mientras exista la tierra, unida y única.
Soy Yo, Jesús. Mi Iglesia, y Yo nada puedo temer, así como todo lo que
proviene de Mi voluntad nada teme, soy Yo quien desea todo esto!
¡No os inquietéis por tanto, ni os pongáis problemas sobre lo que veis u
oís: cosas humanas, no juzguéis, sino pensad en Mis palabras de todo tiempo:
las Palabras del Evangelio, que son para todo tiempo!
¡Buscad siempre en vosotros lo que tenéis de mejor en vosotros: los
méritos, y cultivadlos!
Alzad el espíritu cumpliendo, con vuestra voluntad, la Mía.
¡Mirad Mi rostro, mirad Mi Cruz, mirad con júbilo y esperanza Mi
Resucitar, que es también el vuestro!
Mirad con amor a los hermanos, no tengáis y no os hagáis enemigos.
¡Imitad Mi vida, pensad en lo que Yo haría cuando vosotros actuáis,
pensad en cómo habría obrado Yo!
¡En aquel tiempo veía también
esta época vuestra: soy Divino!
Y ya había resuelto para vosotros
vuestros problemas: os exhortaba al amor, a no juzgar, a imitar Mi vida
terrena.
¡Éste es el camino para la vida
celestial!
Mis palabras fuera del
tiempo son para todos los tiempos.
Soy sencillo, soy claro, soy amoroso, deseo ser comprendido.
En verdad os digo que si Me habéis comprendido lo habéis comprendido
todo.
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