¡Mis criaturas!
¡Yo os sé, os conozco, miro vuestros pensamientos, oigo vuestras
palabras y, miro vuestras intenciones!
¿Tenéis sed de justicia? ¿Es decir, de ser justos, de estar en la
verdad, de respirar Mi gracia?
Pues bien, Mis suspiros, Yo os ayudaré.
Sois seres humanos, tenéis en vosotros mismos debilidades humanas, y Yo
os comprendo, veo vuestra humanidad, pero si tenéis en vosotros las mejores
intenciones de obrar en Mí y por Mí, entonces estaré Yo para ayudaros, para
volveros más fuertes, para haceros mejores.
Vosotros abandonaos a Mi voluntad, rogadme obrar en Mí y Yo obraré en
vosotros. Poned de vuestra parte toda el alma a Mi disposición, sed copas
vacías que Yo colmaré.
¡Sed pequeños, así Yo que soy grande os podré hacer grandes!
¡Obrando Yo por vosotros en vosotros! Consagradme cada acción vuestra.
Tened amor hacia el prójimo: sed Mis samaritanos.
Dad testimonio de Mi existencia: sed Mis apóstoles; dad en caridad: sed
Mis manos. ¿Os pido mucho?
Vosotros buscad darme esto que os pido, a cambio tendréis mucho más:
tendréis la Vida. Cuando
habláis de Mí, Yo Jesús, os escucho.
Examino vuestras intenciones, miro vuestro amor.
Vosotros procurad crecer espiritualmente, buscad mejorar cada día, tanto
en las grandes como en las pequeñas cosas, que a menudo son también grandes
cosas, ya que vuestra vida terrena, vuestro pasaje hacia la verdadera Vida,
están hechos de pequeñas grandes cosas.
A menudo no comprendéis el valor de un gesto, el valor de un
pensamiento. Poneos a Mi disposición, estad siempre prontos a obrar en Mi
nombre y Yo estaré a vuestro lado, os tenderé la mano, os levantaré el espíritu,
os daré la fuerza de obrar en el bien.
Sois débiles, sois humanos... Os
comprendo, os amo y de ese modo os comprendo, ya que el amor es también
comprensión. Entonces, os exhorto a pensar siempre en Mí a todas horas
vuestras, a pedirme la fuerza que os permita ser mejores; os pido todo esto
para que podáis seguirme. ¡Para que podáis caminar en Mi sol! En verdad os digo
que precisamente porque os comprendo os hablo con amor. Cada uno de vosotros se
conoce, mira en su interior, a veces con demasiada indulgencia, otras veces con
sinceridad.
Examinaos por dentro, estudiad vuestras almas y luego, de inmediato,
rogadme ser mejores.
Y Yo os volveré mejores puesto que Me lo habéis pedido por amor, no por
temor.
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