¡Mis criaturas!
Amaos los unos a los otros, y entonces os comprenderéis y todo será
transparente entre vosotros.
En aquel tiempo, al comienzo de mi vida pública, el bondadoso y prudente
Simón el Zelote me preguntó:
"Rabboni, ¡yo trato de apaciguar sus discusiones, pero ellos no
siempre me escuchan! Rabboni, ¿qué puedo hacer?"
"Simón, tú enséñales a ellos (los hermanos, los primeros que me
siguieron, hombres con defectos, seres humanos también con valores pero...
seres humanos como vosotros), por supuesto Simón, enséñales a ellos la tolerancia la paciencia y, de ese
modo, la comprensión que conduce
luego al amor fraterno entre las criaturas, aun entre aquellas que antes no se
conocían ni habían oído hablar una de la otra.
Diles que antes de juzgarse se observen, que miren antes en sí mismos,
que a lo que hacen los demás, ¡ya que no se puede ni se debe juzgar por un
acto, un gesto, una palabra, cuando no se conoce el pensamiento ni el porqué de
un gesto, de un acto!
Considerad entonces lo que haríais vosotros si fuerais ellos.
¿Obraríais de manera distinta? No lo sabéis, porque vosotros sois
vosotros y ellos son ellos, ¡y entonces no juzguéis, no perdáis la paciencia,
amaos!"
"¡Rabí, tú amas a todos, eres DIOS y eres perfecto, nosotros,
criaturas humanas, muchas veces no sabemos amar ni tolerar! ¿Vendrán con el
tiempo hombres mejores que nosotros?"
"Simón, habrá en el futuro
hombres santos y pecadores. Si un hombre santo me conduce un pecador hacia la
salvación, lo sabrá cambiar por amor en Mí y hacia él, ¡será siempre gran
fiesta para Mí!"
"¡Rabboni, me das mucha esperanza con estas palabras!"
"Simón, he venido a traer la esperanza al mundo, y a quien se haga
mejor en mi nombre le daré cada vez más esperanza, que es después la fe y mueve
las montañas! Habrá santos y habrá pecadores, pero ¡cuántos se harán santos en
mi nombre! He ahí la
Redención , que continuará en el tiempo hasta el fin del
tiempo, para traer más almas a mi Reino, allá donde, todos purificados, serán
santos!"
"Rabboni, ¡entonces la fe es esperanza y la esperanza es fe! ¿Por
esto los justos permanecen serenos aun en el dolor, y los que no son justos
están siempre preocupados?"
"Has comprendido, Simón, la fe es un don que el hombre se procura,
que mueve las montañas y da fuerza. Habrá fe en el mundo y habrá muchos que no
tendrán fe. Para esto dejaré en el mundo mi Espíritu. ¡Para dar la fe!
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