Para la eternidad... El hombre ha sido
creado para la eternidad y su paso por la tierra es para prueba y también para
el contraste, y esto también es un don: el principio... ¡la eternidad! Un mundo
incomprensible para vosotros; sin embargo, quiero mandaros un respiro con estas
palabras. Si aprendéis a respirar la eternidad, respiraréis durante el tiempo que
viváis.
Era el amanecer y se estaba apagando la
última estrella. La nostalgia, todos los sentimientos que experimenta el
espíritu, yo, como hombre, también los he probado. He sufrido con vosotros y
por vosotros
Los apóstoles aún adormilados dicen:
– “¿Dónde vamos, Rabboni?”.
– “¡A donde nos lleva el viento del amor!
Y este viento nos llevará allí a dondequiera haya necesidad de amor”.
Así vosotros, abandonaos a mi viento.
Vosotros, que sufrís la nostalgia más dolorosa,
pero tendréis mi viento que os llevará el respiro de la eternidad para
respirar mejor durante el camino. El tiempo va, no se para, así es la vida
terrena... Vuestra alma no sufrirá el tiempo, vuestra alma sufre el pecado,
pero se glorifica en el amor. Pero, ¡cuánto se abusa de este amor! ¡Cuánto se
habla vanamente de este sentimiento sin vivirlo ni sentirlo!
Palabras vanas... Prefiero la obra
silenciosa, pero viva, prefiero la oración silenciosa.
Era el amanecer; los apóstoles estaban
todavía adormilados...
– “Rabbí, ¿a dónde nos llevará aquel viento?”.
–
“Adonde hay necesidad de palabras de verdad, de compasión, de caridad”.
¡Aquel viento! Para llevar a la
eternidad, a la casa verdadera, la casa que no sufre; los jardines que no
sufren el vaivén de las estaciones, sino que están siempre floridos y nunca la
hierba se amarillea.
Sin embargo, para los que aman el otoño, los
árboles tendrán hojas amarillas y rojas y los paseos estarán cubiertos de hojas
coloradas.
¡Aquel viento! Os llevará a encontraros
con los que ya viven aquella verdad y que quizás en sueños vienen a besaros.
Era el amanecer... y después llegó la
tarde:
– “También este día pasó, Andrés: Todo
pasa, el viento todo se lo lleva, todo lo que es caduco. Tú sabes que el hombre
está hecho para la eternidad y que su alma no es material. El viento se lleva
las hojas y los días. El viento del tiempo, pero el tiempo no existe: parece,
es ilusión, la realidad es la eternidad”.
Era el amanecer, después llegó la tarde.
Cuántos amaneceres, cuántas tardes...,
todo lo que es caduco pasa... y ¿entonces? Pasan los dolores, la nostalgia, el
ansia... queda el alma para la eternidad.
JESÚS TE ESPERA
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