sábado, 6 de agosto de 2011

La vida en el reino celeste

– “Rabbí, tú nos hablas de aquel reino maravilloso...
Dime entonces cómo se vive en aquel reino: si uno se puede encontrar con quien desea verse, si viviremos con los que han convivido con nosotros y si nuestros seres queridos serán todavía nuestros...”
– “Andrés, querer saber cómo será aquel reino es un deseo humano y una curiosidad justa. Sin embargo, es un acto de fe creer en aquel reino y esperar que un día será vuestro...”
Ahora que han pasado los siglos y hoy os hacéis unas preguntas y necesitáis otras respuestas, he aquí que os revelo otras cosas, porque necesitáis de otra esperanza y de otra certeza.
La vida en el reino celestial es completa en el sentido de sabiduría y visión.


Todos os encontraréis y viviréis con quienes vivisteis, porque yo, unido al Padre, os los he dado para siempre y desde siempre. He unido vuestras vidas y vuestras almas más allá del tiempo. Y los hijos, los padres y los esposos se amarán para siempre...
Estoy siempre a vuestro lado, porque allí no existe el espacio que condiciona, sino el no espacio infinito y los haces de luz que son las olas de los buenos sentimientos, dando la visión, llegan a todos y con todos comunican, dejando ver los rostros de los seres queridos, de los recuerdos y de las cosas deseadas. El amor es como la vida, que nunca tendrá fin.
La música en el reino no es música arrancada de instrumentos materiales, sino de sentimientos divinos.
Y, convencidos de esta vida maravillosa, no tenéis que llorar por los que ya están en el reino: es la meta del hombre.  Sin embargo, vosotros lloráis porque vuestros ojos no pueden fijarse en sus rostros, ni escucháis sus voces: ésta es la nostalgia, la añoranza.
No perdáis nunca la esperanza... Sois hojas y seréis llevados por el viento allí donde ellos han sido llevados antes... Y juntos viviréis para siempre. Ahora estáis aún en el viento...
– “Rabboni, ¿en el cielo veremos a nuestro Padre, al que te ha mandado?”.
– “Andrés, me veréis a mí, su Hijo.
El Padre no es persona humana y no tiene rostro humano, pero viviréis con él y, por eso, seréis sabios, felices e inmortales”.
El Padre es el ser que todo lo penetra y compenetra, el finito y el infinito, el inmenso, el pequeñísimo.
El Padre es Creador y, por eso, es vida.
En el reino viviréis con el Padre y lo sentiréis en vosotros, porque todos sois nosotros. Todo se reunirá en el todo, todo el bien será exaltado y la vida será el premio por vuestra caridad, la consolación por vuestras lágrimas, la recompensa por vuestras añoranzas.
Los males de la materia, los dolores del espíritu serán sólo un recuerdo que no os hará sufrir, sino gozar al constatar cuánto ha hecho el dolor para vuestro espíritu: os dará la felicidad eternamente... Eternamente, porque antes de nacer en la tierra estabais en Dios Padre y por siempre estaréis con él. Muchos no comprenden la grandeza de este milagro, falta la fe en mí y de confianza en ti: el milagro es para los que lo merecen, para los dolientes que buscan, para los limpios de corazón.
El milagro es para vosotros que creéis y esperáis.
Seréis muy felices en el reino, donde los felices que amáis os esperan.

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