viernes, 26 de abril de 2013

Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen


¡Mis criaturas!
En aquel tiempo, pronunciando esas palabras: "¡Amad a quien no os ama!", intenté dar a todos vosotros, de todos los tiempos, la clave del amor verdadero, sentido, vivido.
Y no es fácil amar, pero enaltece, ya que amando a quien no os ama Me demostraréis a Mí, Jesús, y a vosotros mismos, un esfuerzo y después una victoria.
Amad a vuestros enemigos: mirad en ellos y en vosotros, y compadeceréis sus actos porque a menudo pueden depender de los vuestros, voluntarios o involuntarios.
Así: estudiad cuanto podáis el alma de vuestros hermanos, y comprendiendo compadeceréis.
No os preocupéis del juicio de los hombres, que pueden tomaros por tontos si sufrís: ¡es Mi juicio el que importa!
Unido al Padre, Yo juzgo con amor y misericordia.
Y las cargas y el soportar son otras riquezas que Yo preparo en Mi Reino para vosotros.
Id ahora: ¡es otro amanecer para vosotros! ¡Id y amad a vuestros enemigos! ¡Serán amigos y hermanos, mejorados por vuestro amor en Mí!

Para llegar a este amor, Mis criaturas, debéis crecer en el espíritu y... solamente creceréis en el dolor aceptado, solamente con vuestra voluntad sabiendo que será la Mía, podréis amar verdaderamente a quien no os ama.
Al principio: sufriendo y perdonando; después comprendiendo el porqué de muchos defectos en algunas criaturas: Mías, como vosotros, y hermanos vuestros que no se sienten vuestros hermanos...
Mirad entonces las circunstancias de sus vidas, sus amarguras, su falta de fe, a veces no por culpa de ellos... y pensad que aquellos que no aman sino que llegan a engañar, a traicionar, a matar, aquellos que odian, aquellos que no conocen el bien, ¡son siempre dignos de compasión por lo que les espera más allá del tiempo, si es que no cambian!

¿Y vosotros? Estáis para hacerlos cambiar, como instrumentos Míos, si Me seguís. Sois Mi semilla que, en medio de la cizaña, sirve de ejemplo de buena espiga al sol: estáis para mejorarlos amándolos y sufriendo, presentando la mejilla que ellos todavía no han golpeado...

No os tomarán por tontos sino enseguida, luego, os sabrán verdaderos cristianos y respetándoos, comprenderán que el amor es del verdadero cristiano y, así el perdón,...
¡Entonces serán mejores, quizás se salvarán, y vosotros habréis sido para ellos como Mi mano tendida en el perdón y como Mi voz, porque los habréis consolado!
Entonces os llamaré: ¡Bienaventurados! Felices porque habréis amado por amor, sufrido por amor, felices porque habréis comprendido el amor y lo habréis vivido como verdaderos cristianos, en Mi nombre.
Y entonces, os llamare: ¡Bienaventurados! Dichosos porque habréis amado por amor, felices porque habréis sufrido por amor, bienaventurados porque habréis comprendido el amor y lo habréis vivido como verdaderos cristianos en Mi nombre.
Os pido entonces más comprensión hacia estos hermanos: los volveréis mejores.
Os pido más tolerancia: aprenderán a ser mejores.

¡Os pido elevación espiritual para saber amar a quien no os ama, para sufrir pensando en Mí, para dar sin pretender recibir: amar verdaderamente con pureza!
Os pido todo esto, Mis criaturas, y conociéndoos sé que lo obtendré de vosotros: entonces, una vez más en verdad os digo: ¡Bienaventurados!

¡Acumulad verdaderas riquezas en el Cielo! Todo esto, como lo dije a los primeros ahora la repito a vosotros.
Es amor, el verdadero y purísimo amor, exento de todo interés, lo que deseo de vosotros para los demás: el prójimo, los hermanos.
¡Y del prójimo lo deseo para vosotros! También los primeros eran como vosotros, indecisos, temerosos, imperfectos.
¡Me siguieron, y han aprendido el amor! Yo soy el amor y, quien Me sigue, conociéndome no podrá sino amarme y amar.
Mi voz embelesa a vuestra alma, el alma responde a Mi voz. Es el reclamo de Mi amor hacia toda la humanidad. Se hace oír en vosotros: ¡amad!
Amaos el uno al otro, amad la paciencia, la tolerancia, el perdón. Este amor es el camino que lleva a Mi Reino, a vuestro Reino.
Ensanchadlo: el mundo tiene hambre y sed de amor.

¡Sed agua, pan, sed manos tendidas, sed brazos abiertos! ¡No amáis jamás lo suficiente!
No obstante, siguiendo mis huellas, podréis hacer mucho por amor en Mí, Conmigo. ¡Vosotros Mis manos, vosotros Mis brazos!
Vosotros, si diereis por purísimo amor. 

viernes, 19 de abril de 2013

"El Perdón: Camino de sabiduría y felicidad"


El perdón no es un simple mecanismo para liberar de culpa a quien nos ofendió, el perdón es un mecanismo para que yo sea libre de la amargura que dejó esa acción en mi corazón. Yo puedo decidir perdonar a alguien, que no está arrepentido de verdad de haberme dañado, por que mi intención al perdonar, no es que esa persona quede libre de culpa, si no que yo quede libre en mi interior, que yo tenga paz, que yo pueda vivr bien, que haya desatado la amarra que me tenía detenido en el puerto.

Es muy importante saber, que el perdón no exime de culpa al ofensor, sino que libera al ofendido. Usted y yo necesitamos decidir perdonar, para ser libres de las heridas del alma.

He escuchado muchas veces la frase: "yo perdono, pero no olvido", y pensamos seriamente que si no olvidamos, es debido principalmente a que realmente no hemos olvidado, pero esto también es un error, el perdón no implica nunca que olvidemos todo, el perdón no produce amnesia, no es indispensable que olvidemos para perdonar, puedo perdonar y estar consciente del daño que se me hizo, pero he decidido que ya no me va a afectar nunca más en mi vida.

Hay un punto muy importante es que podemos decidir perdonar, tomamos la decisión de ya no traer al presente las cosas pasadas, incluso nos mantenemos firmes en la decisión de no criticar, ni agredir a la persona que nos ofendió. Sin embargo, no podemos decidir dejar de sentir. Si usted quiere de verdad, que se vaya lejos lo que siente, no depende exclusivamente de usted, pero no es imposible dejar de sentir.

Cuando usted decida perdonar de una vez a alguien, es indispensable que lo confiese con su boca, no piense en el perdón, hable el perdón, no importa que usted esté sólo, quizás va en su cómodo automóvil escuchando música y piense: "si yo necesito perdonar, yo debo perdonar, yo quiero ser libre de la culpa que otra persona me hizo a mí en su momento", pero no es suficiente que usted lo piense, hay que confesarlo con su boca, aunque usted esté sólo en un lugar, que salga de su boca libremente, hay una marcada diferencia inmensa entre pensarlo y hablarlo; con nuestra boca tenemos el poder para la vida y poder para la muerte, poder para atar y poder para desatar. ¡Confiéselo!, cuando lo hablan, sienta esa libertad, ese peso extra que se va, tal vez acompañado de lágrimas, tal vez acompañado de tristeza y de llanto, pero finalmente un ser libre.

Los pasos principales para perdonar a alguien son los siguientes, a saber:

a.. Identifique plenamente la herida específica que le hicieron, y la persona que se lo hizo.
b.. Decida perdonarla a pesar de lo que siente en su corazón.
c.. Confiese con su boca ese perdón aunque usted esté sólo, no tiene que ir a decírselo a aquella persona; lo puede hacer usted en la privacidad donde se encuentre en ese momento.
d.. Yo podría ir y decirle a alguien: "te perdono por esto y aquello", y aquella persona decir: "pues mira si te lo puedo volver a hacer lo repito otra vez".
e.. Recuerde que el perdón no es para liberar de culpa al otro, sino para que yo sea libre de las heridas del alma.
f.. Acérquese a Dios y dígale desde el fondo de su alma: "Señor, yo decido perdonar, quítame lo que siento, borra de mi corazón estas heridas, dame un corazón nuevo, te entrego el mío, ven a mi vida Jesucristo a ti te lastimaron profundamente, a ti te dañaron y te atreviste a decir a tu padre: "perdónalos por que no saben lo que hacen", ¡Señor, yo te digo hoy perdona a tal persona, por que me lastimó profundamente, y llévate de mi corazón este amargo sentimiento!, "yo hago mi parte, tu haz la tuya".
También nosotros hemos lastimado a mucha gente, con intención ó sin ella, hemos herido profundamente el alma de nuestros seres queridos; hay que pedirles perdón. Las situaciones que recordamos en las que estamos conscientes que los hemos ofendido, necesitamos anotarlas, y debemos decirles: "perdóname".

Si usted no puede ir haga uso de una llamada telefónica, de una carta, de un correo electrónico ó de una tarjeta de disculpa, y dígale desde dentro de su corazón: "yo te lastimé en aquella ocasión, con esto y con está otra situación, te pido de corazón que me perdones", si la persona lo perdona ó no ese no es problema suyo, usted ya es libre de ese nudo, que lo tenía amarrado en su corazón. Usted y yo no podemos decidir que los demás desaten sus propios nudos.

El perdón es un mecanismo para que nuestro corazón sane de las heridas, para que nuestra alma brille, para que nuestra vida vaya en aumento, para que usted y yo podamos desarrollar este potencial que poseemos y que nadie nos puede quitar nunca.


Por: Rafael Ayala.
Autor.

martes, 9 de abril de 2013

¿Comprendes el sentido de la Oración...?


La oración, para muchos, no ha sido todavía comprendida en su verdadera esencia; otros creen que es más eficaz la duración de la oración que el sentimiento; otros creen que la oración consiste en pedir.
Yo, en el Padre, conozco vuestros deseos, vuestras inquietudes, vuestro fermento, vuestros dolores… Vuestros dolores son dones que elevan el espíritu, y que vosotros no podéis comprender. A pesar de todo, si queréis, si lo conseguís, si podéis, alegraos por vuestros dolores. Si podéis. La oración que prefiero de vosotros es el ofrecimiento de vuestras buenas obras, es el sentimiento de amor hacia el prójimo en mí, es dar de sí mismos al mundo, es pensar en Dios.
Es pensar en mí, Hijo de Dios; es pensar en mi Madre y en los ángeles, en los santos, como intermediarios; es pensar en vuestros seres queridos, vivos en mí, que son vuestros santos.



La oración debe ser sentida en el corazón, intensa, aunque sea breve, porque si es larga y en voz alta es vacía. Una parte de la oración “puede” ser más o menos sentida, otra parte; la oración-amor “debe” ser sentida. Orad en silencio, en lo escondido. Y si queréis servir de ejemplo, sedlo con las obras, porque si lo queréis ser sólo con la oración, no vale, a menos que después viváis en consecuencia. La oración es pensar en mí, amarme y dar gloria a nuestro Padre. Vosotros, que oráis por largo tiempo ¿estáis seguros de estar en la verdad? ¿Creéis ser mejores que los demás porque rezáis más tiempo que los otros? Vosotros, que rezáis en silencio y humildad, y quizá sentís culpa porque creéis que oráis menos que los demás, no sabéis qué aceptada es vuestra oración porque está hecha con humildad. El que cree estar en la verdad, con frecuencia se equivoca por la excesiva seguridad en sí mismo. El que teme no estar en la verdad, no se equivoca nunca, porque la humildad lo defiende. Sabéis que lo que tenéis es un don nuestro, por consiguiente, no os jactéis de cómo sois, sino de cómo seríais si reconocierais vuestros dones, admitiendo que son míos.
“Te agradezco, oh Dios, porque no soy como los demás hombre, ladrones, injustos, adúlteros.”
¿Cómo podéis juzgar a los demás hombres? No conocéis las circunstancias que lo han llevado a ser pecadores; y vosotros ¿qué habríais hecho en semejantes circunstancias? La humildad es la virtud de los grandes, un don que debéis acrecentar, como todo don recibido.
“Maestro ¿por qué no debo enorgullecerme de un acto de caridad hecho porque mi corazón es generoso?” – “Andrés, el corazón te ha sido dado; nada es tuyo y no puedes ser orgulloso; debes sólo acrecentar en ti la generosidad, que nunca es demasiada, que tan difícil es vivirla…” – “¿Y la humildad?” – “La humildad es comprender que lo que eres te ha sido dado. Tienes el deber y la libertad de usar bien de ella.”

jueves, 4 de abril de 2013

"Si alguno tiene sed, venga a Mí, y beba". (Juan 7, 37)


¡Mis Criaturas!
¡Los que estáis sedientos de fe venid a Mí, Jesús, y os daré de beber!
Y los que tenéis hambre de Mi amor, rogadme y yo os restauraré, porque os conozco y estoy en medio de vosotros cuando pensáis en Mi, cuando habláis de Mí.
Yo os miro el alma y veo lo que de bien tenéis en el corazón, tesoros que acumuláis para Mi Reino, y el vuestro, y os veo imperfectos, pero ardientes de amor por Mí, y entonces en verdad os digo:
Venid a Mí, os devolveré multiplicado el amor que Me dais.

Y nuevamente os digo: reclinad la cabeza sobre Mi corazón cuando estéis cansados, dolientes, preocupados, temerosos...
¡Yo os daré la fuerza para aceptar, os daré toda fuerza: el pan para vuestro espíritu!
Estoy con vosotros, en medio de vosotros. No temáis nada, Yo estoy con vosotros.
Os daré todo para vuestro espíritu si os volvéis hacia Mí con confianza, os daré de comer y calmaré la sed porque os amo con amor divino.

¡Yo no os abandono! Sois vosotros a veces los que Me abandonáis, y entonces, Me aparto, no permanezco en medio de vosotros, voy hacia quien Me llama puesto que sois libres, libres os dejo de llamarme o de ignorarme.
Sin embargo, en verdad os digo: vosotros Me llamáis con el corazón y con el alma, y Yo, con Mi Sagrado Corazón y con Mi alma divina os respondo.
Y a ti te respondo y te digo: ¡eres digna porque Me amas y te dignifica tu humildad!
Y a ti te digo: ámame cada vez más y recuerda: te he dado la esperanza, te he aplacado el hambre y la sed.
Y a todos vosotros digo:
Venid a Mí, y Yo vendré a vosotros. Unidos en un solo espíritu, agradezcamos a Nuestro Padre por todo cuanto os ha dado.

martes, 2 de abril de 2013

¿Por qué Satanás odia a María y al rosario?


Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

SALVE

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
V.Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R.Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
R.Amén

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ACORDAOS

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benigna mente. Amén.

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BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

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BAJO TU AMPARO

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.
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OFRECIMIENTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.

JESUS TE ESPERA