¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia!
Mis criaturas, si anheláis ser
justos, si deseáis realmente de corazón mejorar en vuestro espíritu, si para
vosotros estar en gracia es verdaderamente (como efectivamente lo es) la cosa
más importante, a la cual mayormente os atenéis, pues bien, Yo, Jesús, os puedo
llamar bienaventurados, porque habéis comprendido que lo que importa para
vosotros es el alma y estando hambrientos de justicia, sedientos de ella y
pidiéndomela a Mí, pues entonces Yo os digo: "bienaventurados" ya que
sé que habéis comprendido el sentido y el objetivo de la vida terrena.
Pedid para el espíritu y vuestro espíritu será alimentado por la gracia,
ya que siendo vosotros imperfectos, inclinados al pecado, débiles, sin embargo
habéis sido creados para ese mundo de perfección en el que entrará aquel que
está en estado de gracia y entonces, ¡almas Mías, rogad!
Llamad a Mi corazón, os haré entrar.
¡Llamad a Mi corazón hambrientos de gracia, sedientos de gracia!
Yo os saciaré, aplacaré vuestra
sed si vosotros pedís todo esto por amor en Mí. Estad siempre deseosos de
crecer en el espíritu y Yo os ayudaré a crecer. ¿No soy acaso la levadura de
vuestras almas?
Para crecer en el espíritu es necesario tener hambre y sed de justicia,
o sea, desear la gracia.
Yo os daré el pan y el vino para vuestra alma, a fin de que sea
alimentada y crezca como una planta que se nutre de humus, que apaga su sed con
agua límpida, que vive en cabal posición bajo el sol.
¡Y os daré el pan y el vino del milagro que cada día se consuma sobre
los altares, a fin de que vuestro
espíritu
sea más fuerte y le sea más fácil saciar su hambre y calmar su sed!
En verdad os digo: bienaventurados aquellos que tienen sed de Mi gracia,
para ellos es el Reino de los Cielos.
Ellos, que han comprendido el verdadero sentido y el verdadero objetivo
de la vida terrena.
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