Amaos los unos a los otros.
Esto en mi nombre y que este amor sea para siempre.
No sólo en la tierra existen vínculos de amor y de amistad, sino más allá de la tierra. En el reino, quien se ama se encuentra, quien ha vivido sentimientos los revive. No os deja el que va al infinito; presente, invisible, guía vuestro espíritu. Yo os he unido dos veces y para siempre. ¡No debéis temer el no encontraros!
Ellos vendrán a vuestro encuentro en el umbral del tiempo.
Durante el paso terreno: alegrías y dolores, horas serenas, horas oscuras, esperanza, sueños, nostalgia. Y todo el dolor forma parte de la redención, porque es oración sublime.
¿Y después? El triunfo de la felicidad y de la luz. El volverse a encontrar: el volver a comenzar la vida. Una vida nueva, falta de afanes, rica de dicha. Esto os digo, en verdad, para que la oscuridad de vuestra nostalgia se alumbre por la luz de la esperanza.
¡Y tendréis el rostro de la juventud y el alma cantará en vosotros!
– “Rabboni, tú nos prometes un reino nuevo, pero no sabemos dónde y cómo será...”
– “Andrés, el reino del espíritu está por todas partes, es amor, belleza, armonía. Penetra en todo reino, porque el espíritu es libre; todo lo que es belleza estalla allí; todo lo que en la tierra vive, vivirá.
Todos los que en la tierra viven, vivirán...
Es necesario amar, éste es el camino del reino. Es necesario vivir en el propio estado, con los propios deberes. Es necesario tener confianza y fe. Es necesario también soportar y sufrir... ¡El reino!
Son tantos los caminos para conseguirlo; y la esperanza ayuda durante el fatigoso pasaje.
Hace tanto tiempo que vine a la tierra... ¡Ahora muchos no creen en mí!
He dejado pruebas con los milagros, he dejado huellas de amor y de verdad. Y ahora estas palabras para vosotros: ahora luz, ahora esperanza y un dulce viento que limpia, como si fueran hojas, vuestros sentimientos de nostalgia.
Todo revive, todos reviven y os aman, siempre y para siempre”.
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