A través de estas palabras
Mías Me conocéis mejor. Me sentís junto a vosotros
y, en vuestro interior, infundo en vosotros serenidad y paz, os doy el coraje
para aceptar las pequeñas y las grandes cosas de vuestra jornada.
Estas palabras no podrían brotar de la fantasía humana, os dejarían
indiferentes, mientras que así notáis la Verdad y no la olvidáis jamás! ¡Yo no hago cosas
inútiles! ¡Mis dones no son inútiles! ¡Son necesarios para el mundo de hoy, de
esta época vuestra en la cual tantas cosas provenientes de la voluntad de los hombres hacen difícil la vida, y tantas cosas
queridas por Mí os elevan el espíritu!
Los dolores os elevan el
espíritu¡
Y vosotros, en el dolor aceptado, mejoráis y servís de ejemplo. Y Yo no
os abandono en vuestro dolor aceptado. Me manifiesto, y una vez más os digo:
¡el dolor es un don que la humanidad teme y no comprende en la tierra, es una
prueba!
Entre Mis brazos al final de
vuestra jornada, Me lo agradeceréis: entonces habréis comprendido.
Amadme: veréis Mi rostro en
vosotros, Yo nunca os abandono y puedo, inclusive, mostrarme a veces delante de
vosotros: quien Me ama, me amará mejor, y quien no Me conoce ni Me ama, Me
amará.
Yo puedo cambiar un alma en una hora, en un instante, y siempre por
amor!
¡He venido a traer la
Palabra , es decir, el camino de la Vida para todos; no querría
perder ni siquiera una criatura, hago todo por vuestra salvación, por esto os
hablo también a través de un alma!
En verdad, una vez más os digo:
para Mí, Jesús, cada uno de vosotros es como si fuera el único en la
tierra, en todos los tiempos, en Mi corazón.
¡Sé amar con amor divino!
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