lunes, 22 de febrero de 2016

Bienaventurado el que se arrepiente de los pecados...

“Bienaventurados vosotros. Para vosotros es el Reino de los Cielos.”
Allí tendréis toda clase de consuelos. Allí encontraréis a aquellos por los que habéis derramado tantas lágrimas. Allí encontraréis las ilusiones perdidas. Allí descansaréis de corazón. El tiempo, como el viento aleja días y dolores. Los dolores de cada día y los de más allá del tiempo. Después del tiempo tendréis la verdadera paz, la verdadera felicidad, y entonces os diréis a vosotros mismos: “Si lo hubiera sabido, no habría sufrido tanto….”
Ahora Yo, en verdad, os digo palabras de esperanza y de Verdad; os digo también que no deberíais sufrir, porque sabéis que el viento deshace el tiempo y los dolores. Sois humanidad, que justamente es sufrimiento; es vuestro camino y el contraste con la futura felicidad. Desde la montaña os he mirado, a los de todos los tiempos: santos, justos, pecadores… Con amor, con misericordia os he mirado. A ti, que has pecado mucho y has sufrido en el arrepentimiento, también te he mirado. Tu arrepentimiento lava tus pecados, tus lágrimas elevan tu espíritu.
Por mi misericordia te abriré también a ti la puerta del Reino
“Bienaventurado el que se arrepiente de los pecados y sufre el remordimiento. Por este sufrimiento tendrá una recompensa.” Desde la montaña, mi voz es escuchada por toda la humanidad. “Bienaventurados vosotros, que lloráis.” Para vosotros el dolor es un don, que aún no podéis comprender, aunque Yo os hable de la felicidad futura.

Solamente a los hombres podréis engañar...

¡Mis criaturas!
Cuando hacéis la caridad, o bien una limosna, tratad de que lo sepan solamente los beneficiados, y si es posible buscad quedar ignorados hasta para ellos.
No sepa vuestra mano derecha lo que hace la izquierda, y así que la izquierda no sepa lo que hace la derecha.
Si hiciereis el bien ocultamente este bien tendrá mucho más valor. ¡Lo que importa es el juicio de DIOS, no el de los hombres! Y también cuando rezáis hacedlo veladamente, Yo, en el Padre, escucho vuestros sentimientos, los acogemos y os damos fuerza para amar al mundo.
Demostrad la fe para servir de ejemplo y para testimoniar mi Verdad, y entonces sin temor del juicio de los hombres pero con amor a Mí, entonces Yo os haré instrumentos y mi Espíritu os iluminará.
La limosna es caridad si se hace a escondidas, si se hace para mostrarse benévolos y tener reconocimiento, ya no es ya caridad. Del mismo modo, la oración mostrada al mundo para que se sepa que sabéis orar ya no es oración sino alboroto.
Es a Mí a quien debéis demostrar que sabéis orar: en el silencio del alma en coloquio Conmigo, entonces el alma me siente, porque Yo vuestro Jesús respondo, respondo a vuestra alma ¡Nunca seáis hipócritas! Solamente a los hombres podréis engañar Yo os conozco, os estoy mirando y os reclamaré por aquello que hayáis hecho pensando en engañar al prójimo ¡Mostraos siempre tal como sois! Y sed límpidos como agua de arroyo, ¡el sol brilla y hace resplandecer el agua límpida!
Cuando sufrís, sabed hacerlo en silencio y tratad de no hacer pesar vuestro sufrimiento sobre el prójimo, que ya tiene el suyo.
Cuando os sacrifiquéis hacedlo con alegría y sed serenos también en el sacrificio. ¡Yo veo vuestro dolor sufrido y ofrecido! Y os lo recompensaré.