viernes, 30 de noviembre de 2012

"Bienaventurados los pobres de espíritu". (Mt 5, 3)

¡Mis criaturas!
Cuando he dicho bienaventurados los pobres de espíritu, he querido decir aquellos que tienen e1 espíritu pobre, o sea humilde, y no procuran ni aman los bienes del mundo, puesto que al ser ricos en espiritualidad han comprendido que lo que es del mundo pasa y los verdaderos bienes espirituales permanecen eternamente. En verdad, en verdad, Yo Jesús os digo: bienaventurados si estáis prontos a dejar cualquier cosa para seguirme: dejar cualquier cosa no quiere decir dar todas las cosas.

Almas Mías, si Yo, Nosotros Trinidad os hemos colocado en un estado, ese es vuestro estado en el que debéis estar, cada uno dé conforme a lo que ha recibido, pero, dejar cualquier cosa significa no dar importancia a las cosas del mundo, sino valorarlas como tales, elevando el espíritu y pasando por la prueba en la Verdad, que es del espíritu.
Así Me seguiréis, conociéndome, amándome y viviendo en la tierra verdaderamente proyectados con el pensamiento hacia vuestra auténtica Vida: aquella futura, aquella para siempre.
Amad los bienes de la tierra por lo que valen y no más.
Amad todas las cosas en Mí y comprenderéis su justo valor porque no seréis codiciosos ni egoístas.

Si Yo os he colocado en un estado es porque Yo os amo a todos por igual, pero os pruebo en modo diverso. ¡También las hojas del árbol son distintas unas de otras, y sin embargo son similares!
Quiero de vosotros el amor hacia los hermanos, no Me gusta en vosotros la indiferencia y quiero de vosotros el amor por Mí, que es también el que sentís en Mi por los hermanos.

¡Bienaventurados los pobres de espíritu; ellos serán los ricos en gracia, ya que tendrán un premio por su amor para lo que es la Verdad, y pasarán por la tierra dejando ejemplos de amor!
Bienaventurados aquellos que no tienen apego alguno a las cosas que pasan y viven de esperanza por lo que tendrán.
Los bienes del alma valen ciertamente más que toda riqueza terrena.
Nuestra Providencia tiene cuidado de vosotros si vosotros supiereis tener plena confianza en nuestra Providencia.
Yo proveo siempre lo suficiente a los gorriones, ¿por qué no habría de proveer a vosotros? Aquellos que, apegados a la materia, tienen ansias de tener siempre más y más, no piensan ni en Mí ni en su espíritu.
Por sí solos se procuran esos bienes que parecen y no son verdaderos bienes, ellos no saben de Nuestra Providencia ni saben que Yo en un día puedo hacer lo que ellos hacen en una vida terrena.

No es la verdadera vida esa terrena.
Y entonces, todavía otra vez en verdad os digo:
¡Bienaventurados los pobres de espíritu!
Para ellos es el Reino de los Cielos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Amaos los unos a los otros!

¡Mis criaturas!
Cuando he dicho: "Amaos el uno al otro" quise daros la clave de la vida serena!
No lo habéis comprendido y nunca ha habido amor verdadero y completo en la tierra, porque en muchos de vosotros está la envidia, el egoísmo, el arribismo...
¡Amaos unos a otros! Sería más fácil el tránsito por la tierra y muchas cosas serían vanas y desaparecerían si el amor fuera verdadero.
No existiría política, ni ley: sería la ley del amor la que gobernase la tierra.
Y los sentimientos mezquinos no existirían, y los corazones serían puros...
¡Amaos unos a otros¡ Las pruebas serían menos duras, porque unos estarían sostenidos por los otros, el llanto sería compadecido y comprendido, y las alegrías, compartidas.


Esto es lo que Yo, Jesús, he dicho y se ha dicho para todo tiempo y para toda criatura,
Y entonces, también a ti te dije: ¡Ama! Y tú ¿por qué eres egoísta? Tú te amas a ti mismo. ¿Y te crees que eres perfecto porque amas a tus familiares, trabajas y te prodigas por ellos? ¿Y los que no forman parte de tu familia?
¿No son también ellos hermanos a quienes amar? No hay que limitar el amor; ama al mundo en Mí y entonces seguirás Mi ley: la ley del amor.
¿Y tú, que no amas sino a quienes te pueden ser útiles? ¿Qué amor crees que es ese? ¡Eso no es amor!
El amor es caridad. "Amaos los unos a los otros" quiere decir ser caritativos unos con los otros.
Quiere decir miles y miles de cosas: dar, tener paciencia, renunciar, sacrificarse, entrar en el corazón del que llora, alegrarse con la dicha ajena.
Quiere decir: ofrecer la otra mejilla. Y a veces, sufriendo porque se ama, y se obtiene mucho porque se logra más con el amor que con la venganza.
No debería existir la venganza en vuestros corazones, y el mundo sería mejor; no debería existir el egoísmo...
Cuántos sentimientos no deberían existir y, sin embargo, existen...
No obstante, Mis criaturas, Yo, en verdad, he dicho a todos:
"Amaos unos a otros!"
¿Por qué no lo habéis escuchado?
Esta inquietud Mía para vosotros, que os fue dejada como preciosa herencia, si hubiese sido escuchada ¡habría cambiado al mundo!

viernes, 23 de noviembre de 2012

La perla más bella de vuestro estuche...

Mis criaturas!
¡Vuestra fe en Mí es una perla!
Es la cosa más preciosa que poseéis: cuidadla y conservadla: es una joya verdaderamente preciosa. Dejad entonces todas las cosas vanas, tenedlas para usarlas, haced el uso adecuado y... nada más.
¡Si tenéis, dad, si no tenéis quedaos tranquilos, soy Yo quien proveerá por vosotros!
¡Mis criaturas: dad en proporción a lo que se os ha dado, que se os ha dado para eso! Y los bienes que Yo en el Padre y unidos en el Espíritu os he dado, he aquí: almas queridas, los bienes espirituales, dadlos a los hermanos para que puedan verlos como una perla preciosa digna de ser conservada celosamente.
¡Y los bienes materiales dadlos con igual entusiasmo, aunque tienen bien poca importancia en comparación con las cosas del espíritu, pero si se dan en el Espíritu, o sea, en el amor en Mí, harán parte después para vosotros, en el futuro eterno de gozo espiritual, puesto que lo que hayáis hecho en Mi nombre por caridad hacia los hermanos, os será restituido para el espíritu! Lo que os he dado es para el espíritu, aunque sea material.

Por eso, en verdad os digo que conservéis en vosotros la perla preciosa: ¡la fe!


Entre los muchos tesoros es el más importante, ¡sin embargo en la tierra muchos dan más importancia a las demás cosas y son miserables ante Mis ojos! Yo veo que no tienen la perla más preciosa...
Que el primer sentimiento en vosotros sea para Mí, sea en el amor hacia el Padre, sea con nuestro Espíritu..
Y, entonces, obraréis todo en consecuencia y todo así os será fácil... ¡Esa perla es vuestra conversión!
¡Tú, que un día no la poseías, ahora sabes cuánto vale!
¡Ha cambiado la vida en ti, has renacido realmente ahora que tienes esa perla!
Y tú cuídala, no seas un tibio, sino acrecienta tu fe con ardor.
¡Haz brillar la luz de tu perla!
¡Sed consecuentes con vuestra fe! Volvedla activa, ahogad en vosotros lo que no está bien y lo podéis reconocer, exaltad y engrandeced lo que está bien; haced por Mí algún sacrificio: servidme.

No se puede servir a dos amos: siguiendo y sirviéndome a Mí deberéis abandonar muchas cosas: vuestros sentimientos mezquinos, vuestra vanidad, vuestro egoísmo... Vuestro amor propio, la envidia hacia el prójimo, el odio, el rencor...
Para seguirme debéis liberaros de los pequeños y de los grandes pecados, y así seréis realmente hombres de fe, puesto que la fe no es decirme: ¡te amo!
La fe es obrar en Mí, amar a los hermanos, perdonar a los enemigos. No es suficiente decirme: ¡Te amo!
Prefiero el silencio, si la palabra no es acompañada por el sentimiento.
¡Mis criaturas! ¡Todavía una pausa, de nuevo os enseño con palabras claras la Verdad, la más importante, la única!
Estas palabras las dije a los primeros, las he repetido al mundo y parecen fáciles... No es fácil vivir en el mundo como Yo deseo que viváis. No es fácil, pero brinda serenidad el vivir buscando ser mejores y dar peso e importancia a lo que verdaderamente tiene importancia y peso.
Entonces, la vida en el mundo no importa si es fácil, pasa... Conduce a la verdadera Vida e ¿importa mucho sufrir en Mí, si después se gozará para siempre?
¡En tal caso importa sufrir!
¡Cierto que vale bien la pena, Mis suspiros!
Entonces, conservad vuestra fe conquistada, o hallada, mas siempre poseída: la perla más bella de vuestro estuche.

jueves, 22 de noviembre de 2012

El Sermón de la Montaña, el corazón del evangelio...

Las Bienaventuranzas

Lc. 6. 20-23
1 Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 2 Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
3 «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
4 Felices los afligidos, porque serán consolados.
5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7 Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
8 Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
10 Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
11 Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
12 Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.

La sal de la tierra y la luz del mundo

Mc. 9. 50  Lc. 14. 34-35  Mc. 4. 21  Lc. 8. 16; 11. 33
13 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
14 Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. 15 Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. 16 Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

Jesús y la Ley

17 No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18 Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. 19 El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
20 Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

El homicidio

21 Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal. 22 Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego. 23 Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, 24 deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 25 Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. 26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

El adulterio

18. 8-9  Mc. 9. 43-47
27 Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. 28 Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29 Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. 30 Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.

El divorcio

19. 9  Mc. 10. 11-12  Lc. 16. 18
31 También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. 32 Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.

El juramento

33 Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. 34 Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. 36 No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. 37 Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

La ley del talión

Lc. 6. 29-30
38 Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; 41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. 42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.

El amor a los enemigos

Lc. 6. 27-28, 32-36
43 Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; 45 así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. 46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? 47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? 48 Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

La limosna
1 Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. 2 Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 3 Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, 4 para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

La oración

5 Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 6 Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 7 Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. 8 No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

El Padrenuestro

Lc. 11. 1-4  Mc. 11. 25
9 Ustedes oren de esta manera:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
10 que venga tu Reino,
que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy nuestro pan de cada día.
12 Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido.
13 No nos dejes caer en la tentación,
sino líbranos del mal.
14 Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. 15 Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

El ayuno

16 Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. 17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, 18 para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

El verdadero tesoro

Lc. 12. 33-34
19 No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. 20 Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. 21 Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.

La luz interior

Lc. 11. 34-36
22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. 23 Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!

Dios y las riquezas

Lc. 16. 13
24 Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.

La confianza en la Providencia

Lc. 12. 22-31
25 Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? 26 Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? 28 ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. 29 Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. 30 Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! 31 No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?”. 32 Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. 33 Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. 34 No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.

La benevolencia para juzgar

Lc. 6. 37-38, 41-42  Mc. 4. 247  1 No juzguen, para no ser juzgados. 2 Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. 3 ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? 4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo? 5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

El respeto por las cosas sagradas

6 No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.

La eficacia de la oración

Lc. 11. 9-13
7 Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? 11 Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el cielo dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!

El resumen de la Ley

Lc. 6. 31
12 Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.

El camino de la Vida
Lc. 13. 24
13 Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. 14 Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.

Los falsos profetas

12. 33  Lc. 6. 43-44
15 Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. 18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. 19 Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. 20 Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.

Los auténticos discípulos de Jesús

Lc. 6. 46; 13. 26-27
21 No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?”. 23 Entonces yo les manifestaré: “Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal”.

Necesidad de practicar la Palabra de Dios
Lc. 6. 47-49
24 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. 25 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. 26 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. 27 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande».

Conclusión
Mc. 1. 21-22  Lc. 4. 31-32
28 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, 29 porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

El sermón de la montaña (sermón del monte) es considerado como el corazón mismo del evangelio y por ende del cristianismo. Por eso en este día te invito a que lo leas con calma, poco a poco, una o las veces que te sea posible y lo medites en tu corazón. Te darás cuenta de que las palabras de Jesús son auténticamente agua viva o palabras de vida que dan ánimo y esperanza a todo aquel que las medita y lleva en todo momento en su corazón.
El sermón de la montaña abarca, en el evangelio de san Mateo, desde el capitulo 5, versículo primero, hasta el capitulo 7, versículo 28, en este caso de la Biblia del Pueblo de Dios.

Fuente

http://www.lafecatolica.com/el-sermon-de-la-montana-el-corazon-del-evangelio/922/


martes, 20 de noviembre de 2012

¡Rogadme por aquellos que no Me escuchan!


¡Mis criaturas, almas de Mi alma!
¡Haced todas las cosas en Mi nombre, así me sentiréis siempre en vuestros espíritus!
¡Amo el coloquio con vosotros y donde es más intenso, ante un Altar!
Aquí Yo estoy en cuerpo y espíritu, aquí existo como existo en cada cosa y en cada uno de vosotros.
En el silencio de esta pequeña Iglesia bendecida por un Ángel, aquí Yo os hablo, estoy en vosotros. ¡Os sentís ya despegados de lo terrenal, un poco más en alto, soy Yo que os traigo Conmigo, os elevo hasta Mí!
¡Jamás os dejo y quiero que nunca Me abandonéis!
Habladme, rogadme, Yo os doy todo lo que es bueno para vosotros, ya que conozco cada cosa y cada necesidad vuestra.
Os doy fuerza para que podáis estar listos a combatir en Mi nombre. Id siempre adelante en Mi nombre. Cada gesto, cada acto de amor hacedlo en Mi nombre. Y Yo iré siempre a vuestro encuentro con Mi mano tendida hacia vosotros, Mi corazón latirá con el vuestro y Mis brazos abiertos os esperarán allá, donde espero a todos, al final de vuestro tránsito terreno.
Unidos por ese hilo que se llama amor, actuad, para vosotros es tiempo de obrar, de testimoniar Mi existencia y cada Verdad Mía.
Pequeños apóstoles desconocidos para el mundo y conocidos de Mi corazón.
Mi espíritu inunda los vuestros, y a cada uno de vosotros Yo hablo de modo distinto, pero siempre con amor.
¡Y vosotros Me sabéis escuchar!
¡Rogadme por aquellos que no Me escuchan!
Acogeré cada súplica vuestra. Cada uno de los que vengan a Mí por mérito vuestro será bienvenido, y si confiareis en Mí, Me sabréis traer muchas almas.
En el silencio os hablo, escuchadme en el silencio.

lunes, 19 de noviembre de 2012

El cielo y el infierno...

Cierto día un Hombre Santo
estaba teniendo una conversación con el
Señor y dijo:
'Señor, me gustaría saber como son el Cielo y el Infierno.'
El Señor llevo al hombre santo hacia dos puertas.
Al abrir una de las puertas, el hombre santo miro dentro y en medio del  cuarto había una gran mesa redonda.
En medio de la mesa había una gran olla de guisado que olía tan
delicioso que hizo agua la boca del hombre santo.
La gente sentada alrededor de la mesa estaba delgada, enferma y parecían hambrientos.
Ellos estaban sosteniendo cucharas con mangos muy largos que estaban atados a sus brazos, cada uno fue capaz de meter la mano en el pote de  guisado y tomar una cucharada, pero por causa  que el mango era mas largo que sus brazos, no podían poner las cucharas dentro de sus bocas.

El hombre santo se estremeció ante semejante cuadro de miseria y sufrimiento.
El Señor le dijo: 'Has visto el Infierno'.

Luego fueron y abrieron la siguiente puerta. Era exactamente igual como el primer cuarto.
Había gran mesa redonda con el gran pote de
guisado que hizo agua la boca del hombre santo. La gente estaba equipada con las mismas cucharas de mangos largos, pero aquí la gente  estaba bien alimentada y llena de salud, riéndose y hablando

El hombre santo dijo:
No entiendo........! 'Es simple dijo el Señor:

'Esto requiere de una habilidad.......'
.....Mira: ELLOS HAN APRENDIDO A ALIMENTARSE EL UNO AL OTRO,
mientras que los avaros piensan solamente en ellos mismos'.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Perdonad y soportad: el amor conduce al amor.

Mis criaturas!
¡Yo, Jesús, os sé esperar!
¡Espero cuando vuestras almas están en la oscuridad: sin fe!
¡Y Yo estoy escondido en la tiniebla de vuestros corazones!
No me fijo en el tiempo, no estoy en el tiempo, miro vuestros sentimientos cuando se os hace la claridad en el alma y: ¡Me veis!

Así es: ¡Yo os espero! A veces camináis Conmigo sin saberlo, obráis el bien y no sabéis de Mí: ¡Yo espero para hacerme conocer, con paciencia y con amor! Nuestra Misericordia es infinita ya que así es en Nosotros el amor.
¡No os separo!
Nunca separo los buenos y los malos, a fin de que los buenos den el ejemplo y los malos mejoren. Para que los buenos sean probados en la paciencia, la tolerancia...
Entonces, vosotros: los buenos, ¡sed siempre fuertes, aumentad en vosotros la bondad y amad la cizaña puesto que sois espigas!
Perdonad y soportad: el amor conduce al amor.
¡En verdad os digo que vale más un buen gesto que una amenaza! ¡También por esto soy dulce con vosotros y os sé esperar!
Y, después: miro la intensidad de vuestros sentimientos y los recojo como grano maduro.

jueves, 15 de noviembre de 2012

La cuerda...

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para el solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima.
Obscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada.
Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos...
¡SI!, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar:
"AYUDAME DIOS MIO..."
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
"¿QUE QUIERES QUE HAGA HIJO MIO?"
"Sálvame Dios mío"
"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?"
"Por supuesto, Señor"
"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..."
Hubo un momento de silencio y quietud.  El hombre se aferró más a la
cuerda y reflexionó...
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda...
A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO...

¿Y tú? ¿Que tan confiado estas de tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas?

Toda criatura que hace una obra de amor es Mi apóstol

Mis Apóstoles no son solamente los doce aquellos; ellos fueron los primeros, luego, en el transcurso de los tiempos de la tierra, hubo otros apóstoles.

Santos hombres y mujeres que llevaron al mundo su bondad, con palabras, con obras y también con cosas materiales, y siempre con su sacrificio.

Apóstoles, las criaturas más cercanas a Mí, Mis consagrados, los mejores, los que Me conocen y creen en Mí, los padres que, como vosotros, han entregado su criatura al Cielo, porque luego de la santificación dolorosa del llanto pueden comprender mejor el llanto de otros, los que sufren en el cuerpo, los que sufren en el espíritu, Mis Apóstoles, los que aceptaron su dolor para darles un bien a los demás.
Quien no pasa por el dolor no puede comprenderlo.
A Mí no me gusta el egoísta ni el estéril. Prefiero al que se equivoca creyendo estar en el bien, antes que al que vive a cubierto, atrincherado en el mal que no hace por temor y por no arriesgar.

Toda criatura que hace un gesto de amor es un Apóstol Mío.
Recorred vuestro camino, Mis criaturas, mirándome delante de vosotros, siempre un poco más en alto que vosotros, y seguidme; nunca erraréis.
No juzguéis, nunca temáis dar a quien, según vosotros, no lo merece.
A Mí me corresponde el juicio, vosotros dad. Toda criatura merece un bien de los demás y, al actuar este bien, le abre camino hacia otras criaturas.
No basta con hablar, hay que actuar; no es suficiente rogar, es necesario obrar.
No os preguntéis cómo y cuándo. Eso lo sugeriré Yo, siempre, cada vez que quiera de vosotros una obra de bien hacia los demás.

No grandes cosas, también las cosas pequeñas pueden dar Luz.

martes, 6 de noviembre de 2012

Solamente a los hombres podréis engañar...

¡Mis criaturas!
Cuando hacéis la caridad, o bien una limosna, tratad de que lo sepan solamente los beneficiados, y si es posible buscad quedar ignorados hasta para ellos.
No sepa vuestra mano derecha lo que hace la izquierda, y así que la izquierda no sepa lo que hace la derecha.
Si hiciereis el bien ocultamente este bien tendrá mucho más valor. ¡Lo que importa es el juicio de DIOS, no el de los hombres! Y también cuando rezáis hacedlo veladamente, Yo, en el Padre, escucho vuestros sentimientos, los acogemos y os damos fuerza para amar al mundo.
Demostrad la fe para servir de ejemplo y para testimoniar mi Verdad, y entonces sin temor del juicio de los hombres pero con amor a Mí, entonces Yo os haré instrumentos y mi Espíritu os iluminará.
La limosna es caridad si se hace a escondidas, si se hace para mostrarse benévolos y tener reconocimiento, ya no es ya caridad. Del mismo modo, la oración mostrada al mundo para que se sepa que sabéis orar ya no es oración sino alboroto.
Es a Mí a quien debéis demostrar que sabéis orar: en el silencio del alma en coloquio Conmigo, entonces el alma me siente, porque Yo vuestro Jesús respondo, respondo a vuestra alma ¡Nunca seáis hipócritas! Solamente a los hombres podréis engañar Yo os conozco, os estoy mirando y os reclamaré por aquello que hayáis hecho pensando en engañar al prójimo ¡Mostraos siempre tal como sois! Y sed límpidos como agua de arroyo, ¡el sol brilla y hace resplandecer el agua límpida!
Cuando sufrís, sabed hacerlo en silencio y tratad de no hacer pesar vuestro sufrimiento sobre el prójimo, que ya tiene el suyo.
Cuando os sacrifiquéis hacedlo con alegría y sed serenos también en el sacrificio. ¡Yo veo vuestro dolor sufrido y ofrecido! Y os lo recompensaré.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La alegria de entrar en casa...

Nunca os he dicho (en aquel tiempo lejano lo dije, pero no ha sido transmitido) lo que sucede después del fin de la primera vida, la terrena.
El alma, liberada de la materia, es acogida por quienes ya son libres, hacia los que esta alma, en la vida terrena, ha experimentado más amor. Después, llegará a mi presencia y verá en sí misma tanto el bien como el mal, la caridad, el egoísmo, todos los sentimientos y los actos vividos en el tiempo de prueba.
Os juzgaréis solos; yo os diré solamente que tenéis que hacer lo que sentís para haceros dignos de la felicidad. Y entonces habrá quien entrará rápidamente en el reino y quien, al contrario, no sintiéndose digno, esperará, en un estado de ser y no de tiempo, a entrar a formar parte del mundo maravilloso creado sólo por quien verdaderamente ha amado y se ha dado a sí mismo con el corazón. ¿Y los que no quieran verme? Vendrán igualmente delante de mí, y después, sabiéndose indignos, también sufrirán y, sobre todo, por haberme perdido.
El Padre y yo en él, unidos por el Espíritu, valoramos, para ellos, tanto la naturaleza, como las circunstancias de su vida. Sólo quien no quiere a Dios se quedará sin Dios y, sin embargo, siempre tendrá la añoranza de lo que ha perdido.
Mi sangre no se ha perdido: he derramado copiosas gotas de aquella sangre sobre quienes podían perderse, y mi sangre, que hace milagros, ha conseguido que se arrepientan. Y quienes, después de haberme mirado (pero en el tiempo me vieron con ojos espirituales) entraron en la casa eterna, entre sus seres queridos y podrán finalmente mirar con ojos espirituales visiones reales, porque la realidad es ésta: la vida para siempre. Existen verdaderamente los tres estadios de vida, pero también existe la divina misericordia que, unida a la justicia, premia, o prueba o castiga, teniendo siempre en cuenta el amor infinito. El alma, libre, experimenta un sentimiento de felicidad, de respiro, de estupor... Y la alegría más grande, ¡la de entrar en casa y vivir de Dios!
El alma en espera, unida ahora a los remordimientos, ya en paz, porque se sabe salva, atraída por mi voz, ora por quien está en camino, y el alma que, a pesar de haberme visto, no desea volver a verme, entra en aquella nada que es arrepentimiento y tormento. Pero mi preciosa sangre ha conseguido en verdad que la salvación fuese de muchos, porque no he venido en vano y es grande nuestra misericordia. He venido para los enfermos y mi sangre es su medicina. Y vosotros, que habéis sido justos, puros, generosos, enfermos... Grande será para vosotros la felicidad, cuando entréis en la casa de la vida y viváis con quienes habéis escogido vivir ya en la tierra. ¡Amor para siempre, amor infinito, amor eterno!

jueves, 1 de noviembre de 2012

Callar es amar...

¿Cuántas veces tenemos ganas de decir, de criticar, de negar, de oponernos, de resistirnos, de imponer nuestro particular punto de vista? Es como un fuego interior, irresistible, el que nos grita. ¡No puedes dejar las cosas así! ¡Es que te están tomando de tonto! En muchas ocasiones, estos impulsos están motivados por el amor propio, mejor dicho, el egoísmo que nos invita a no quedar jamás sin poner la última palabra o dejar en claro que no estamos de acuerdo.
Callar, eso si que es difícil. Callar cuando creemos comprender lo que ocurre, más difícil todavía. ¿Y en que medida conocemos realmente la motivación de aquellos a quienes queremos criticar, o aconsejar, o corregir? ¿En qué medida podemos juzgar a los demás? Las más de las veces tomamos posiciones que, con los años, juzgamos como equivocadas. ¡Que equivocado estaba entonces!, solemos exclamar. ¡Si hubiera sido capaz de guardar silencio!
Me refiero hoy a esa enorme llave del amor, que es el silencio, la humildad de callar y privarnos de pasar a la primera fila, de tomar el micrófono y decir todo lo que pensamos. El poder simplemente observar a los demás, escucharlos, e intervenir sólo cuando tenemos algo positivo para dar, seguros de no estar simplemente tratando de decir algo, de tener nuestro “papel protagónico” bien cubierto.
Callar es sacrificio, es amor. No hacer, privarnos de figurar, son gestos muy interiores, que sólo Dios ve y valora. ¿Quién más puede ver lo que está pasando en nuestro interior, si a nadie lo contamos? Ese silencio es una gigantesca muestra de fe, es entregar a Dios ese sacrificio, sabiendo que El lo ve y lo valora. Dios toma esas muestras de amor y las pone en su alhajero, a buen recaudo de los ojos de los hombres. ¿Que hombre, acaso, es testigo de esos actos de heroísmo interior? Nadie, sólo Dios los ve.
A veces pensamos que nuestro servicio a Dios incluye lo que los demás piensan de nosotros, el juicio que tienen de nuestros actos. No es así. Dios ve nuestro corazón y busca aquello que es sincero, profundo y puro. Si la gente, con juicios del todo humanos, ve en nosotros algo que no somos en realidad, no debemos preocuparnos por la opinión de Dios. El ve las cosas como realmente son, ya que las más de las veces es la hipocresía lo que impulsa los actos de las personas. El Señor, el Justo de los Justos, puro Amor y Misericordia, ve el mundo de modo muy distinto. El quiere que le demos sacrificios interiores, que vayan purificando nuestra alma de las necesidades de figuración y protagonismo, que llenan nuestro corazón de vanidad y egoísmo.
El verdadero heroísmo es el de aquellos que pueden callar, esperar, y privarse de las necesidades propias, en beneficio de los demás. Es una gran muestra de amor, que florece también en nuestra relación con quienes nos rodean. ¿Acaso nosotros mismos no nos sentimos incómodos con aquellos que opinan sobre todo, y nos critican, aconsejan, corrigen y enseñan sobre todo en todo momento?
Sin embargo, no siempre nos irá bien practicando el silencio y la humildad. Algunas veces podremos ser incomprendidos, o malentendidos. Pero es Dios el que conoce la motivación que anida en nuestro corazón en esos momentos. Y El se hará cargo de nuestras necesidades, como siempre, en el instante oportuno.
Señor, hazme manso, prudente y humilde. Dame la fortaleza para callar, esperar y confiar en Ti. Enséñame a hacer pequeños sacrificios interiores que agraden a Tu Corazón Amante, necesitado de pequeños gestos que te recuerden la humildad y el silencio de Tu Madre, en la pequeña casita de Nazaret. Ella, la más perfecta Criatura surgida del Amor de Tu Padre, guardó silencio desde el día en que el Ángel le anunció Tu venida, hasta aquella tarde en que te vio morir en la Cruz. Tú también guardaste silencio ese día. Ahora, Señor, enséñanos a callar, a esperar, a amar.

Fuente: Reinadelcielo.org